64. Luna blanca sobre fondo negro
En la oscuridad de negra noche, la dama blanca luce su esfera perfecta con todo su explendor. En el convento del Risco de Nuestra Señora al filo de la media noche, Sor Mari Luz, la madre superiora, recorre el recinto tocando una esquililla a la puerta de cada celda llamando así a matines a las hermanas de la comunidad. Todas, novicias incluidas, desfilan en silencio por los pasillos, enfundadas en su hábito blanco y su toca negra, hasta llegar a la capilla.
En el claro del bosque, un macho alfa de piel azabache subido en lo alto de un canto de responsos, aúlla desesperado proyectando el sonido con su pecho a través de la vegetación y la bruma de la noche hasta traspasar los muros del convento. Alza el hocico a la luna, arropado por el coro desgarrador del resto de la manada, en respuesta a la superiora, que sabe que les escucha.
Los dedos de Sor Mari Luz, derrapan atropelladamente en cada cuenta de nácar, y su trepidante bisbiseo es su plegaría desesperada para ser escuchada, más pronto que tarde, a fin de que el influjo de la luna cese y los lobos vuelvan de nuevo a ser hombres.


Vaya fantasía de micro, entre la religión y la leyenda. Me encanta que los dedos «derrapen».
Un abrazo y suerte.
Toda una recreación de un ambiente espeso y siniestro, donde cabe el terror, la fantasía, lo demoniaco y hasta el erotismo. Buen relato. Saludos y suerte, Sonsoles.