72. DÍAS NUBLADOS
Mamá es una nube blanca y esponjosa, parece hecha de algodón de azúcar. Me gusta sentarme en sus rodillas y dejar que me envuelva con sus besos y su olor a canela. Sus palabras me hacen cosquillas en las orejas y en la nuca, y no puedo parar de reír. Esos días pienso que no quiero crecer más.
Papá, en cambio, es como una nube de tormenta. La ves venir porque apaga la luz del sol, y el cielo se vuelve negro, y la casa se queda a oscuras. Entonces, de la boca de papá salen truenos que hacen retumbar las paredes, y sus ojos brillan como si tuviera relámpagos dentro. Cuando eso pasa, la nube blanca de mamá moja sus ojos, y entonces quisiera hacerme mayor de repente y salir de allí volando.
A veces, la nube negra también llora, pero es una lluvia que mancha las calles, y los coches, y la ropa tendida. Y yo siento que mi piel deja de ser rosa para volverse gris.
Por eso me gusta el viento que arrastra las nubes y me despeina. Porque entonces sale el sol, y mamá, el mundo, y mi piel vuelven a ser de colores.


Muy bonito Rosalía, unas imágenes relacionadas con el tiempo atmosférico muy bien logradas y con mucha carga emocional. Felicidades. Un abrazo y suerte.
Algunas personas son nubes blancas y otras traen consigo negras tormentas, cualquiera puede percibirlo, la sensibilidad inocente de un niño o de una niña aún más.
Un relato con una mezcla atinada de ternura y dureza, como la vida misma tantas veces.
Un abrazo y suerte, Rosalía