SEP182. CORRIENDO, de Félix Valiente del Valle
Se anuda las zapatillas. Se ajusta la música a su brazo izquierdo. Sale por el portal y comienza a correr. La respiración se acompasa al ritmo de sus zancadas. No pensar. Escapar de uno mismo y de los pensamientos que azotan y atormentan. Por eso fija la atención en todo: el vecino y su ademán de saludo; pájaros que picotean migas de pan en la acera; el reflejo de sol en un escaparate (no mira la imagen que de él es devuelta por el cristal); la chica que chupa un helado en el parque.
El hombre como paradoja del tiempo. El tiempo. Alguien le ha dicho que es la medicina del alma. Empieza a no creerlo. No cura, ni arregla. Los días son solo una sucesión lógica porque al lunes le sigue el martes y a éste el miércoles. ¿Quién inventó ese orden? Pero él sigue herido y el tiempo no le cicatriza.
Está corriendo. Corre. Mañana también lo hará. Y cada vez al acabar, exhausto y derrotado comprobará que por más que corra y olvide ella no va a volver. Lo que resbala por su mejilla no sabe si es llanto o sudor.
Buena metáfora la del título. Buen relato rapas y sobre la bocina. Espero que en esta ocasión tengas suerte, pues se nos terminan los meses.
Una perta gorda.
Gracias Gallego. A ver que pasa al final. Me alegro de que te gustase.
Un abrazo
El sudor y el llanto suele confundirse o suele disimularse. Suerte.
Besicos muchos.
Eso es muy cierto. Posible confusion o disimulo, lo que queda es el disgusto por no ver el final de un sufrimiento.
Gracias por pasarte y comentar
Francesc romántico y fluido en sus descripciones hasta ese final tan humano. Suerte y saludos. Calamanda
Aunque no soy Francesc, tomo como mias las apreciaciones tan consideradas hechas al relato. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo