DIC150. EL ARCA, de Tíndaro del Val
Suena el timbre. Atravieso la muchedumbre que habita en el estrecho pasillo hasta llegar a la puerta. Es Belén, con otro crío en brazos. El tercero que ha recogido esta semana. Tiene carita de ángel. La acompaño al cuarto principal, donde los bebés dan buena cuenta de los generosos pechos de Becky. Prometo traerle algo de fruta, tal vez una manzana si quedan. No quiero que desfallezca la pobre. Después vuelvo a la cocina para seguir preparando la comida de Navidad. Quiero que hoy sea un día especial para todos nosotros. Todavía me acuerdo de los primeros que llegaron: Sergei, que vino a pintar unas humedades; Laurita y Pedro, hijos de los vecinos que nunca volvieron del cine; Abdoulaye y su familia, que vivían como perros callejeros. Y tantos otros que vinieron y se quedaron para siempre. Hoy cada uno tendrá un buen plato caliente de borrajas y un trozo de pan del día. Ya les he advertido que se comporten en la mesa y no blasfemen cuando saque el solomillo al foie de la abuela. Al fin y al cabo, aquí todos comemos gracias a su pensión de viudedad.
Tíndaro, macedonia de tristes realidades, espero que la abuela viva muchos años. Me ha gustado. Abrazos y feliz 2014.
Que persona más malvada eres.
A última hora, sonando la campana… Vas y te sacas una obra maestra, así como que no quiere la cosa.
Ya no te ajunto…
Personas como el narrador existen -y sin abuela con pensión-, y como los inquilinos ni te cuento. Magnífico relato.
Mucha suerte y feliz año.
Bonito, bonito y bonito. Te diré además, que las borrajas son mi plato preferido. Para mi, un auténtico manjar. ¡Qué aprovechen!.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho. Felicidades