134. El brujo
Cierra los ojos y recita la plegaria. Cada vez que termina, saca un puñado de hierba seca de la bolsa y lo lanza al aire.
–Este tipo no va a conseguir nada.
Por un momento abre los ojos y mira el cielo: está completamente azul. Sigue musitando la plegaria. Llegará. La lluvia llegará.
–El anterior, Fat… Se llamaba Fat. Conseguía lo que le pedíamos. Una tormenta… Lluvia… Nieve…
Si al menos le dejaran. Tienen que esperar. La lluvia tardará un poco. Un poco.
–Me voy a la caravana. Me apetece un trago.
–Le avisaremos si consigue que llegue la lluvia, señor Ford.
–Cuando lo consiga, Harry, cuando lo consiga.
El joven brujo no puede menos que sonreír. Quizá los otros han perdido la fe en él, pero no Natani Nez. No Natani Nez.
Sisea la plegaria. La repite una y otra vez sin hacer caso del cansancio. La sigue repitiendo hasta que un viento húmedo le golpea la cara.
–Hum. Parece que el maldito navajo lo va a lograr.
Musita la plegaria una vez más. Las primeras gotas le golpean el rostro.
–¡Increíble! Chuck, llama al señor Ford. Dile que todo está listo para seguir rodando.
Al principio me he despistado con los nombres, al final he entendido por qué tenían que ser esos y no otros. Creo que el relato tiene más fondo del que parece y va más mucho más allá de la anécdota. Esté o no en lo cierto te deseo mucha suerte 🙂