15. En el infierno (Susana Revuelta)
—Jopeee, qué calor —refunfuña Ramón mientras se sube el saco hasta las cejas. Se cree así a salvo del enemigo, pero a ratos necesita respirar y al destaparse queda expuesto de nuevo a los ataques. Desde su trinchera de plumas enciende el móvil y alumbra alrededor: solo distingue sombras y los números de la pantalla. ¡Ostras, las cuatro de la mañana! Entonces empieza a arrepentirse de haber renunciado al sosiego de su casa para emprender esta travesía por tierras inhóspitas. ¡Cómo añora su cama! ¡Hogar, dulce hogar…! Pero es inútil lamentarse, ahora tiene que velar por su integridad y la de Marta, que ronca a su lado ajena al peligro que corren.
«No me rendiré o acabarán con nosotros». Inmóvil como un cesto, aguza el oído hasta que percibe un zumbido: ha localizado a otro intruso. Saca un brazo fuera del saco y sujetando el mapa ¡zas! lo aplasta de un golpe. Sonríe triunfante al imaginar los pegotes espachurrados en las páginas. De momento, va ganando la batalla.
―Oye, Ramón ―le recrimina Marta dándole la espalda― tú sigue embadurnando de sangre el plano y mañana me cuentas cómo encontramos la ruta. Es la última vez que salgo contigo de acampada.
Muy simpático. Me deja con sonrisa en la boca. Mucha suerte 🙂
Misión cumplida entonces, Juan Antonio.
Abrazo.
No hay mejor definición de infierno que esos mosquitos en las calurosas noches de verano. Te tapas, sudas, te destapas, te pica, te levantas, los buscas, te vuelves a tapar… Muy certero el micro
¿A que sí? Aunque yo tengo la suerte de que no me suelan picar a mí.
Abrazo.
Le hace falta un manual de acampada. Lo primero que tendría que hacer es haber comprado una tienda de campaña.
Suerte.
Ah, yo les imaginé dentro de una tienda aunque no lo dije. No soy tan mala con mis personajes, Virtudes, les dejo ahí rodeados de mosquitos, ¡pero no a la intemperie, mujer!
Abrazo.
Menos mal que hasta en el infierno hay unas paginas a las que consultar.
Mucha suerte
Un beso
Todo en la vida tiene unas segundas utilidades y más en las ocasiones necesarias.
Abrazo.
Susana, por alguna razón hay personas que no soportan imaginar siqyuera la presencia de una mosca y hasta se desvelan; eso nos lo cuentas con naturalidad y humor. Suerte y saludos
Bueno, a mí lo que me desvela es el dichoso zumbido en la oreja, esos vuelos para acá y para allá, qué cruz.
Abrazo.
Susana, original y divertido, perderse o morir a picotazos, ¡vaya disyuntiva! Abrazos.
El Ramón este es que era un poco memo y ni se lo planteó, menos mal que no iba solo porque si no no sale de allí, jaja.
Abrazo.
Oh, madre, madre!! Qué recueeeeeerrrdddooooooooooosssssssssssss!!!
Abrazo
¿Cuál? ¿Los mosquitos, las acampadas? Pues nunca es tarde para repetir. Yo lo de dormir en el suelo paso ya, pero nunca se sabe.
Abrazo.
los pu..s mosquitos, el puñetero suelo, el calor del sol por la mañana en la lona, el frio de la noche (la esterilla no lo quita, no), algun insectillo corriendo dentro del saco…, alguna piedra que se clava en la cadera, el miedo que venga una vaca y te amoche, o algo peor en la noche… el olor de pies de alguno de la tienda…
Pero lo mejor, lo mejor, un montón de superanécdotas por esas campas de Dios…
Ay, ya os contaré..
Abrazo
Jaja, lo has resumido muy bien. Solo añado que el noventa por ciento de las veces que he dormido en tienda no ha parado de llover en toda la noche, y hablo de julio, agosto, y todo, tooodo, calado. Y que te entren ganas de mear y afuera está tan oscuro y embarrado… Difícil que nadie me vuelva a convencer, además ya he regalado todos los trastos que tenía de camping.
Original cien por cien. Me ha gustado leerlo e incluso releerlo.
Me dejas muy contenta. Había que rendir un homenaje a esos bichos y hecho está.
Abrazo.
Yo creo que esta propuesta de «entre las páginas» va a dar mucho de sí, Ana, y lo estoy viendo en los relatos que he leído hasta ahora. De hecho, es uno de los temas más sugerentes de todo el año. Yo, ya ves, me he ido por peteneras, tendría el día graciosillo.
Un abrazo.
Insistentes y traicioneros los condenados bichitos, aunque ellos están en su papel, pero nosotros en el nuestro de defendernos de su agresión. Imagino el mapa resultante como un ejemplo de arte cartográfico abstracto.
Divertido de principio a fin.
Un saludo y suerte.
Se me ocurre que son herencia de satanás y solo sirven de alimento a otros depredadores. Porque a ver, ¿qué cojones han aportado los putos mosquitos a la escala evolutiva? Otros más pequeños como las hormiguitas tienen vida propia y comunidades organizadas. Las arañas tejen su trama. Las abejas se enrollan con la jalea real, muy saludable, por cierto. Me he perdido…
Ah, sí, los mosquitos. ¡A muerte!
Eso de salir de acampada es muy bonito (a veces es romántico) pero casi nunca nos preparamos para las contingencias y los efectos secundarios. Ojalá la sangre de los insectos no haya borrado las señalizaciones de los caminos, en el mapa. Un relato divertido, me ha gustado. Suerte.
Saludos.
Y tanto, Beto. Se tarda más en pensar el equipaje (ampollas, protección solar, repelentes, pinzas para la ropa) y todo en envases pequeños, que en hacer la mochila, yo por lo menos.
Abrazo.
Divertido es, Susana, pero es mentira, es imposible matar un mosquito con un plano sobre la superficie de una tienda de lona. Lo se por experiencia. Y pillarlo al vuelo, quizás, las mujeres que sois más listas, ja ja ja y ja.
Un beso
Bueno, bueno… que a lo mejor estaban encima de la mochila o yo qué sé… ¡No me desmontes el cuento, chaval!
Un abrazo.
Las acampadas tienen su encanto… bueno suelen hacerse de niños o de jóvenes, porque luego ya, demasiados insectos, los sacos, los ruidos, el frío, ummm
Muy divertido, deberías decirnos donde acabaron sin mapa.
Besos
Yo las recuerdo con muchísimo cariño. Y en el recuerdo se quedarán, que me he vuelto comodona y la espalda es ya la que manda.
Abrazo.
Simpática historia la del pobre que no puede dormir obsesionado con los mosquitos. Me da pena y todo.
Muy bien contada y con un final que deja una sonrisa en los labios.
Un abrazo
Gracias, Blanca. Como no se me ocurría qué escribir entre páginas, se me fue la olla hacia lo más absurdo y decidí hacer algo ligero.
Abrazo.
Buen relato para ir entrando en calor en este mes. Cuánto conocemos todos esa sensación de noche veraniega. Divertido y original. Hay muy grandes que han dedicado palabras a insectos de estos como las moscas.
Los Grandes como Cortázar es que pueden escribir una preciosidad de moscas y de cualquier cosa. Los demás nos conformamos con divertirnos narrando nuestras pequeñas historietas lo mejor que podemos.
Abrazo.
Relato del género realista como la vida misma. Me siento identificado de mi época de campista. No veas la bronca que me echó mi hija el otro día al tratar de «asesinar» a un mosquito. Ten hijos. Suerte a fin de mes.
Como la mismísima vida es esto que te cuento, Javier. Y ahora que ya estamos más mayores toca ahuyentar mosquitos en la confortable habitación de un hotel.
Lo cual veo futurible. Yo sigo de bed and breakfast.
Jajaja, Susana, muy divertido y original tu relato. Me lo he pasado genial y a la vez es tan real lo que cuentas. De verdad muy original tu forma de utilizar la propuesta del mes.
Suerte
Besitos
Gracias, Elysa, Sí, me he ido directamente por las ramas este mes. Como en entc no nos apuntalan para escribir, salvo las 200 ¡menos mal! palabras, y me ciño a la propuesta, pues toma mosquitos, jaja.
Abrazo.
Qué divertida eres Susana.
Un beso.
Hola abuelo. Siempre un placer encontrarme contigo en este chiringuito.
Otro Beso para ti.
No sé donde leí que hicieron un experimento con una mosca y una abeja
Las metieron dentro de una botella abierta y tumbada. La abeja lista se quedó en el fondo, quieta, mirando al exterior.
La mosca mongola se puso a volar pa todos lados, dándose hostias contra las paredes de cristal y… Aún hoy se pregunta como salió (eso suponiendo que en algún momento fuese consciente de que estaba encerrada)…
Se me ha ido… Ah, que sí, que tienes razón, que dan grima, que tu relato mola,y que su pronta es un borderline de cuidado.
Te debo una caña.
En breve iré por ahí. Te aviso y la preparamos…
Una caña no, dos, Modes. DOS.
De entrada.
Y déjate de experimentar con botellas. Mal asunto.
Un abrazo.
Que divertido tu relato susana y que original la vuelta que le has dado al tema de este mes. Está muy bien construido y la prueba es que toooodos nos hemos trasladado a nuestras experiencias con las acampadas y los mosquitos. Yo soy de sangre dulce, siempre salgo acribillada, pero lo peor es que te despierten con el zumbido, si sólo picasen y te dejasen dormir… jajaja
Suerte y abrazos, Susana
Sí, Anna, la verdad es que es muy mala leche lo del zumbido. ¿Por qué tienen que ponerse justo al lado de la oreja? ¿Por qué no se van a hacer lo mismo pero, no sé, por los pies o a otro sitio? Igual hay estudios al respecto.
Un abrazo.
Genial relato Susana, a mí también me has arrancado una sonrisa. Lo he leído un par de veces y cada vez me gusta más. Es la última vez que salgo contigo de acampada…glorioso final.
Un abrazo microlunático
Pues si no quieres venirte más de acampada, nos vemos el mes que viene, o sea, en unas horitas, en Tokyo.
Abrazo, Tíndaro.