38. MADRID-KATHMANDÚ ( Begoña Heredia)
He visto cientos de veces amanecer sobre los montes de Kathmandú. Sin embargo jamás había visto nevar en la ciudad. Esta población, de clima templado, me sobrecoge y hoy me sorprende con un gélido invierno. El sol es tan brillante que produce un efecto de miles de diamantes flotando en el aire. Exaltados, los niños descubren esos copos de nieve que se traducen en pura diversión. Los ancianos con sonrisa torcida en sus labios, hablan y arengan sobre este fenómeno. Yo me destilo entre las páginas de este libro que quisiera terminar pronto para verle nacer en los escaparates de Madrid; el regreso, anhelada vuelta a mi civilización, a mi mundo. Observo a Dhansara y en sus ojos oscuros siento la felicidad. Mujer de dulzura infinita y sabiduría ancestral, me hace sentir pequeño cuando recuerdo mi ciudad. El trepidante caminar por la Gran Vía, no es comparable con este arcano disfrutar de la vida. Es posible que mi novela sea interminable o quizá no cabe en mi historia anterior. Yo ya elegí. El punto y final está aquí. Amo este país y las manos de mi esposa, que delicadas se pasean por cada capítulo de mi vida. Adiós Madrid.
Dicen por ahí que muchos libros tienen un punto sin retorno para el protagonista. A mi me parece que tu relato describe uno de ellos. Además de una manera muy bonita. Mucha suerte. 🙂
Que ese viaje interior que describes valiéndote del otro, el viaje exótico, sea solo de ida es un reto que discurre paralelo a la vida misma.
Un abrazo Begoña.
Begoña, parece ewel capitulo de una novela, bien escrita, de nostalgias y viajes. Visual y fluida en su lectura. Suerte y saludos
El micro de Begoña es, con diferencia, de lo mejor que he leído en el blog. Con un sutilidad sublime, nos habla de un libro escrito y, aún así, sin terminar, como la historia de cada uno de nosotros, algo indomable y sujeto a vaivenes impredecibles que, sin embargo, modifican, para nuestro desconcierto, hasta el capitulo inicial. El prólogo que pensábamos realizado y, que horas, meses, años después, nos hace recapacitar si no hemos pecado de soberbia, al comprobar cómo el destino es, de continuo, el que encauza nuestra existencia en la tierra.
Las alusiones a ese ser enigmático, de mirada sabía y profunda, que me atrevo a identificar no sólo con la mujer-madre-creadora de vida, sino también con la parte de nuestro cerebro dueña de reminiscencias ancestrales, son tan apropiadas como clarificadoras de la intención metafísica de la autora.
Begoña, importante decisión la de escribir su propia historia en un mundo distinto al suyo, pero seguro feliz con la mujer que ama. Me ha gustado mucho. Abrazos.
Bonita historia de amor donde el protagonista sabe escoger donde poner el punto final.
Un abrazo
Me gusta cómo has ido creando un microrrelato con la temática que podría dar de sí toda una novela, demostrando que en la literatura el tamaño no importa, mientras hagas disfrutar al lector.
Ohhhhhh, Begoña!! Este relato… ya sabes que esta primavera ando romántica, así que, me lo pi-do!!
Y me animo y además de abrazo, te mando un beso.
Bonita historia, Begoña. Ese viaje interior contado desde el viaje físico y con el fondo de una historia de amor.
Suerte
Besitos