SEP57. LAS NOCHES DE LOS CANGREJOS, de José Vicente Aracil Lillo
De madrugada, en cuanto se duerme, comienzan los trabajos de restauración. El equipo de cangrejos sale con las excavadoras y va demoliendo aquellos edificios que ocupan lugares que no les corresponden. Trabajan sin descanso hasta el amanecer, hasta un segundo antes que el gallo del móvil lo despierte. De día todo se detiene. Cuando, noches después, se llevan los últimos cascotes, levantan las paredes de mampostería del antiguo callejón; mal amaestradas, para que la pelota rebote sin lógica contra ellas. En las noches siguientes desviarán el tráfico de la nueva carretera, la cerrarán definitivamente, y construirán sobre ella la casa de sus abuelos. Por último llaman a un jardinero y le piden con prisas que plante la palmera en la plaza rehabilitada. Un cangrejo escalador pone la placa en una de las fachadas de las viejas casas recién construidas: “Plaza de la Palmera”. El jardinero la riega con un agua especial que hace que el árbol crezca un palmo por segundo. El gallo del móvil lo saca del sueño. Se acabó: quinientas noches después de visitar el pueblo, del que hubo de salir cuando aún era un niño, todo vuelve a estar en su sitio.
Tengo que volver a releerlo más veces.
Suerte y recibe mi saludo.
🙂
gracias.