LIBRO DE FIRMAS… PARA «GABO»
No sé si para vosotros esta pérdida significa lo que representa para mí, pero creo que hemos perdido una de las mentes mejor dotadas para la narrativa de la Historia de la Literatura Universal. Nosotros, humildes aspirantes a perseguir su sombra, sólo podemos ofrecerle como homenaje unas palabras. Y a eso os invito, a que uséis este espacio para enviar un mensaje, si os apetece…
Gabo, te esperamos en Macondo, donde, a pesar de nuestras lágrimas, te honraremos con los mejores funerales, padre grande.
LLORA MACONDO
Durante generaciones, se empeñaron los fantasmas de la casa en conservar intacto el caserón.
Pero la niña Montiel, con las rodillas hincadas en el barro junto al murete de la casa donde habitaba pero no, y en pleno empacho de éxtasis, tierra y cal, sintió que se elevaba hacia el cielo llevada de la mano del arcángel Gabriel.
Otro ángel en el cielo. Cada vez me da menos pereza partir.
Decía que escribía para que lo quisieran más. Yo creo que se fue por la misma razón.
A José Arcadio no había nada que le fastidiase más que ir a un funeral. Y no era por el hecho tan cercano de la muerte. Ni por el pestazo a incienso que despedía el altar. Ni siquiera por tener que rumiar entre dientes los cánticos del misal. Era, simplemente, por el lazo negro que le apretaba el cuello.
“…he pasado frente al espejo de la ventana y me he visto de cuerpo entero, vestido de verde y con este blanco lazo almidonado que me aprieta a un lado del cuello. Me he visto en la redonda luna manchada y he pensado: Ese soy yo, como si hoy fuera domingo”
«La hojarasca»
Con estas preciosas palabras tuyas te digo adiós, aunque siempre estarás con nosotros:
«No llores porque se terminó… sonríe porque sucedió»
Hasta luego Gabo.
Sus letras seguirán el vuelo de las mariposas amarillas.
Hoy no me salen las palabras, se solapan con las suyas. No encuentro frases que definan esta perdida. Todo lo que puedo escribir no es mio, es suyo. Un adiós difícil de digerir, que me deja una pregunta.¿ Dónde están los referentes de este tiempo? ¿ En quien mirarse cuando las cosas flaqueen? Se nos van los pilares mas creíbles, mas honestos. Nosotros , ya mayores ,nos quedamos huérfanos, pero aprendimos, compadezco a la juventud que no podrá mirarse en los maestros porque hoy no los hay. Maldita sociedad con falta de valores, que nos conducen a un mundo material donde no cabe ya el ser humano como tal. Se nos ha ido. Estoy enfadada, perdonadme, esto no es muevo, me sucedió también con otros que se fueron , de los que aprendí a ser mejor, pero no me acostumbro.
Un último comentario. Esta mañana mi hijo , tiene 26 años, ha hecho una pregunta al aire, ¿ Volverá a nacer alguien como él? Y el mismo ha contestado, como sigamos así la gente grande se nos muere y de momento no hay relevos.
De todo lo que he leído de Gabo- y aclaro que no lo he leído todo, cosa que Dios mediante estoy a tiempo de hacer- me encanta el cuento UN SEÑOR MUY VIEJO CON UNAS ALAS ENORMES. Me tomo el atrevimiento de pegar aquí el enlace a mi blog; quien guste entrar, podrá leer allí mi pequeño pero sentido homenaje:
http://mariangelesabelli.blogspot.com.ar/2014/04/reencuentro.html
¡HASTA SIEMPRE, GABO!!!
No hay motivos para la tristeza.
UN INMORTAL JAMÁS MORIRÁ.
Él se llevó todas las palabras por venir…
Es lo que tiene, el hacernos mayores, nuestros referentes se nos van y sobre todo aquellos que han significado mucho en nuestra juventud.
Hasta siempre
Os dejo un enlace a los jardines. Quedamos en Macondo. Un abrazo
http://losjardinesdepuck.blogspot.com.es/2014/04/quedamos-en-macondo.html#comment-form
He sabido que le daban «yuyu» los caracoles detrás de las puertas y las tunas de universitarios, creo que el realismo mágico era eso. Fue capaz de crear un mundo en el que poder refugiarnos todos sus huérfanos. Volveremos a Macondo, donde el vive para siempre.
En mi particular homenaje quiero recordar su loca pasión por la música. «La música me ha gustado más que la literatura».(Juventud rebelde, La habana, 1988).
«Lo único mejor que la música es hablar de música».
Dicen que mientras escribía Cien años de soledad escuchaba Preludios de Debussy y «Qué noche la de aquel día» de The Beatles.
Le encantaban los boleros y salsas. Llegó a comentar que le hubiera gustado escribir La historia de Pedro Navajas de Rubén Blades.
No hay motivos para estar triste.
Os dejo el enlace a la famosa canción que tanto le gustaba.
http://youtu.be/0PqX3L5Am_8
A la cabeza de Gabriel
Paseaba con sentimiento sus vivencias. Unas veces iba con las tristezas acumuladas y, nostálgico, las desfloraba en el aire; otras llegaba eufórico, con la alegría a flor de piel, y repartía caricias a todo lo que se cruzaba en su camino. Llevaba años atiborrado de esa biodiversidad mágica.
Un amanecer, Gabriel sintió que su masa encefálica se henchía y brotaba de su hipotálamo un pueblo centenario en el que entretejían historias mujeres de feraces alas amarillas.
Hasta siempre compatriota.
Quedamos como el Coronel, ya no tenemos quien nos escriba. Pero su obra es imperecedera y seguiremos deleitándonos con sus letras. Gabo siempre en nuestro corazón y en nuestras lecturas.
Nos deja gente lúcida, que se han convertido en referentes obligados cómo Gabriel García Márquez, José Saramago, José Luís Sampedro, …, autores que además de escritores han sido maestros, y que nos han dejado un legado inmenso.Recuerdo que antes de leer Cien años de soledad me impactó la maestría de Crónica de una muerte anunciada y Relato de un náufrago. Aunque el maestro sólo ya sea cenizas, continuará acompañándonos con su espíritu.Gracias por dejarnos sus obras.
Te leo sin prisas, como se disfruta la compañía amiga y se saborea un buen vino.
Gracias por contar.
En la premiación final es aclamado como ejemplo. En la escuela de los maestros, todos le dimos diploma de excelencia. Hasta siempre Gabo.
Nos queda su obra, nunca estaremos solos. Gabo, gracias.
Nunca un premio Nobel estuvo más justificado.
Se ha ido un pedazo de nuestra vida, pero también ha quedado con nosotros para siempre, agrandando su mito aún más si cabe, haciéndonos todavía más pequeños. Si eso no es ser inmortal, se le parece.
Que todo el mundo encuentre o mantenga un amor como el de los tiempos del cólera.
Se podrían decir muchas cosas más, pero quizá también puedan resumirse en una palabra: Gracias.
Seré sincero, Gabo se fué sereno y lo mas importante, tal y como vivió, lúcido,Buen viaje amigo Gabo y gracias por mostrarnos la fuente mágica de la eternidad. Agur Gabo eskerrik asko.
¿Llorar tu muerte? No puedo. ¿Sentir tu pérdida? No debo.
Porque tú eres inmortal. Porque mientras podamos leer tus libros, estarás vivo. Como lo están Virgilio, Cervantes, Unamuno o García Lorca.
Tampoco lloré sus muertes. Ni yo estaba vivo para hacerlo, ni les conocí personalmente. Pero sí conozco sus obras, y lloraría no poder leerlas.
Afortunadamente, todos ellos, contigo, pertenecen al mundo de los inmortales.
Larga vida para ti. Yo moriré, y quizás alguien llorará. Tú permanecerás vivo entonces, y seguirás llenando de vida la lectura de miles, millones de personas.
Gracias por ser inmortal. ¿Tu cuerpo? No seas pendejo, si ya no servía para nada…
Un abrazo eterno, maestro.
Gabo tenía tal capacidad narrativa que cada página que escribía era una historia en si. Leerlo era sumergirse en una sucesión de micro relatos. Todo un regalo
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados…»
Gracias, maestro, por formar parte de tantas páginas de mi vida. Como ese verano de mis 14 años que dediqué a desentrañar el árbol genealógico de los Buendía, o esas noches de lectura pausada, saboreando cada versos de Garcilaso que Cayetano Delaura susurraba a Sierva María de Todos los Ángeles. Y sobre todo por esa novela inmensa que he leído y releído tantas veces, con la misma emoción intacta, esa historia de AMOR con mayúsculas que es «El amor en los tiempos del cólera».
Tendría que cavilar mucho para decir algo que se correspondiese con su magnitud. ¡Qué no daríamos por una línea de las que él escribió! Sólo me queda darle las gracias por todos los libros suyos que he leído una y otra vez. Con su permiso, Gracias.
Entre las páginas de tus cien años de soledad, se empapó mi alma con la lluvia de Macondo y la magia de tu literatura. Fue entonces cuando comprendí que no había límites estrictos para escribir y decidí que serías mi maestro: no era, por supuesto, un compromiso ineludible, pero seguiré intentando cumplirlo al pie de la letra.
Seguiré manoseando tus libros y devorando tus letras hasta que se caigan a pedazos.
¡Cuantos moriríamos satisfechos dejando la décima parte del legado que tu dejas!
Lo mejor de tu vida no sólo la viviste tu, además la entregaste en un maravilloso testamento y para toda la Humanidad. Larga vida para siempre, Gabo.
El día que me muera quizá recuerde en ese momento final el día en que Don Gabriel me llevó a conocer el hielo……
Siempre dije que Cien años de soledad era el mejor libro que había leído. Y aún lo mantengo, quizá no quiera decir mucho, ya que no he leído todos los libros existentes. Pero para mí es mucho.
Además siempre me gusta pensar que soy familia de ese coronel Aureliano Buendía, quien sabe?
Transmitir un mundo propio con palabras cotidianas y recuerdos mágicos y verosímiles con esa maestría sólo está al alcance de muy muy pocos. A los demás sólo nos cabe disfrutarlo y transmitir nuestra admiración y nuestro recuerdo. Un deseo íntimo de García Márquez -como contó en una entrevista- era ver la vida desde la muerte y seguro que en la Gloria nos sigue mirando.
Su herencia son las palabras, la facilidad con la que narraba historias, la posibilidad de hacer volar los recuerdos y mezclarlos con la fantasía, con la tierra, con su vida. Se marcha Gabo pero su obra resta para siempre entre nosotros con su realismo mágico, con su voz, con esa facilidad que tenía para relatar historias que sólo los genios poseen. Y él era uno de ellos.
Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al
despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
-Todos los sueños con pájaros son de buena salud -le dijo su madre.
Desde ese día, Gabo se empeñó en hacer literatura del periodismo, y le dio su forma definitiva al realismo mágico.
Dios lo bendiga.
Se fue un gran maestro….que siempre estará entre nosotros.
Nos vemos en Macondo.
Gracias por la tarde maravillosa en la que, tumbada en mi cama de adolescente, me descubriste que un libro -«Crónica de una muerte anunciada»- se podía leer de principio a fin sin levantar la vista. Gracias por espolearme a seguir leyendo hasta el próximo punto en «El otoño del patriarca». Gracias por las visitas reiteradas a Macondo en las que siempre he descubierto rincones sin explorar. Gracias por los amores apasionados, en los tiempos del cólera o en cualquier otro tiempo. Es una pena que para convertirse en inmortal haya que morirse primero.
Tengo el corazón roto. Jamás pensé que podría sentir tanto la muerte de alguien que no conozco físicamente. O igual, es gracias a la literatura que lo conozco más que a muchos de los que me rodean.
No puedo dejar de recomendar y citar el final de un libro que me parece soberbio: El coronel no tiene quien le escriba.
«El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto
a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el
momento de responder:
-Mierda.»
Una gran pérdida que ha dejado un gran legado a la humanidad. A mí me marcaron mucho los Cien años de Soledad que pasé en Macondo.
Nos vemos
Llego un poco tarde para firmar, pero también quiero dejar constancia de la mía. Cuando tenía 14 años leí Cien años de soledad y sé que él desde entonces me hizo un poco lector. En cada libro que he vuelto a leer he buscado la misma sensación que tuve entonces. Sé que debería volver a releerlo, y quizá lo haga algún día, pero no quiero perder ese recuerdo tan maravilloso que me regaló. Mientras tanto me he ido conformando con sus otras novelas y demás cuentos. Muchas gracias por tus libros, por los momentos que me has hecho pasar, y por tus consejos.
http://pijamasurf.com/2014/04/consejos-para-jovenes-escritores-de-gabriel-garcia-marquez-1927-2014/