DL24. UN MUNDO FELIZ
Cuando desperté, me encontré atrapado en una extraña figura geométrica. Semejaba a una ilustración que me había obsesionado durante mi infancia: la serpiente boa que se había tragado un elefante, del libro de Saint Exupéry. Yo era el elefante. El boa era, por supuesto, mi vida. Había entrado por la boca, me encontraba en el vientre abultado del boa y avanzaba lentamente hacia…. !Dios mío, qué pesadilla! Hice un esfuerzo de abstracción y el vientre del boa se convirtió en la representación gráfica de una parábola boca abajo. No era una parábola perfecta, tenía unas extremidades que se perdían gradualmente en la eje del tiempo. De pronto tuve una revelación: aquella figura era la campana de Gauss. Sí, era prisionero bajo la campana de Gauss. A la derecha, los pocos momentos de felicidad, a la izquierda los escasos momentos de verdadera desgracia. Entre las dos, la banalidad, lo gris, lo insignificante. Prisionero entre la evolución y la involución. De mí existencia. De la humanidad. Del universo. Desahuciado, me eché al suelo, estirando mi trompa al máximo, para absorber las últimas gotas de felicidad que me habían quedado. Ansiaba embriagarme, adormecer y volver a soñar con un mundo feliz.
Extraña situacion que nos mantiene atentos y a la espera de algo extraordinario
Como dice Calamanda, me cuesta ver la escena y su significado. Es bastante profundo este micro, se me escapa, aunque reconozco que crea inquietud y eso me gusta.
Me ha gustado toda esa capacidad de abstracciones, figuras, símbolos, comparaciones y el fondo de la historia, que no es pequeño. También me ha gustado mucho ese final, que es casi el principio. Buen léxico y sobre todo muy mental. Me gusta romperme el coco y contigo he podido hacerlo. En fin, que también estuviste entre mis favoritos. Abrazo.