AGO143. AY, GALILEO, de Ignacio Feito
Solo cuando limó las ùltimas asperezas, suavizando la rugosa superficie a fuerza de girarla con antenas y patas, pudo contemplar aquella esfera casi perfecta. No hizo caso entonces a quienes lo increpaban advirtiéndole de que aquello no era más que un montón de bazofia, que esa forma tan perfecta solo era una carcasa para ocultar toda la basura que había acumulado día tras día de su corta vida, su ridícula vida malgastada mientras resbalaba una y otra vez por la inacabable pendiente de arena, arrastrado por el globo repulsivo. Todos lo condenaron por soberbio e insolente, los arácnidos, los coleópteros y los lepidópteros, y le advirtieron de que, de no retractarse, lo abandonarían y lo dejarían completamente solo.
Le invadió el pánico. El terror a la lechuza, a la rata infame, al sapo verrugoso, al lagarto que ataca a los solitarios, al murciélago, a la pisada del hombre extraviado. Se desdijo pues, volvió al seno de los insectos ortodoxos, abandonó su planeta de mierda y vivió razonablemente hasta que le llegó su hora la fatídica noche del crótalo, la noche del cascabel.
«Eppur…, si muove«, exclamó entonces, mientras lo engullían, el escarabajo pelotero.
Muy bien llevado, con descripciones, ritmo, paralelismos, metáforas.Un gustazo leerte. Suerte y abrazo.
Ignacio, el mundo de los insectos y sus peligros están bien descritos con imagenes claras y buen ritmo. Suerte y saludos
Triste es que se pague la soberbia de los demás, «eppur»… cuántos ejemplos como el de tu relato hay a lo largo de la Historia y de nuestras vidas, y ahí están o estamos, teniendo que hacer la pelota para sobrevivir. En fin…
Un abrazo y suerte a fin de mes.