47.DETRÁS DE LA CORTINA
Un olor a canela hacía que el ruido de las calles del barrio quedase olvidado. Una cortina rosa vaporoso y una música de mar terminaba por adentrarte en ese mundo aparte. Lo que pasaba detrás de esa cortina, no lo sabía. Sentada en el pequeño sofá de terciopelo azul sacaba mis pinturas y dibujaba toboganes de arcoíris, piscinas fresas con nata…todo lo que mi cabecita podía imaginar que pasaba al otro lado de esa cortina.
Cuando dejaba de sonar el mar, comenzaba a recoger mis pinturas y esperaba con los ojos bien abiertos para no perderme la cara de felicidad de mi madre. En la calle, el ritmo apresurado de antes se convertía en caribeño y mi madre permanecía callada, perdida en su isla, como decía papá.
Fueron años en los que mamá hizo esos pequeños viajes a su isla mientras yo, desde el sofá, pensaba en los paraísos en los que estaba sumergida mi madre. Luego, cuando la policía cerró el centro de estética Cecilia, comenzó a sentir cada vez más el dolor. Le coloqué una cortina rosa en su cuarto, música de mar y olor a canela…pero no conseguía llegar a la felicidad que le daba su isla.
Eider, los mundos que nos fabricamos son tan personales como a veces insustituibles. Sencilla y bonita historia. Suerte y saludos
Me gusta del micro el modo en que hace de algo sencillo, como es un simple de estética o unas pinturas de colores, algo mágico, onírico y absolutamente importante.
Felicidades, buen trabajo
A mi me ha gustado el micro desde la perspectiva de la niña,de la mirada de la niña,que imagina y pinta la isla de la madre. Sutil y elegante. Felicidades y suerte.
Ese sitio, ese punto de fuga como bien dice Calamanda, es insustituible. Cro que el relato nos habla de viajes para los que no hacen falta maletas. Mucha suerte 🙂
Bonito y nostálgico relato, pintado con olor a canela y sonidos marinos.
Felicidades