20. A grandes males… (Juan Manuel Pérez Torres)
Tantas parejitas en época de celo podían liarla parda, aunque Noé lo tenía todo previsto: se montó un almacén donde guardaba los penes de todos los machos y a cada uno le dio una tarjeta resguardo. Como calculaba un diluvio de cuarenta días, autorizaría un vis a vis, cada cuatro días, a cada pareja. Así, todos contentos y todo controlado.
Pero comenzó a llover y, allí encerrados, sin poder salir al campo, ni subirse a los árboles, ni nada, en fin, que durante las primeras dos semanas ya se notaba cierto nerviosismo, especialmente, entre los mamíferos. Y se lio, se lio.
Luego se supo que fueron las hembras las que convencieron a sus parejas para que empezaran a intercambiarse sus tarjetas.
Una de los motivadores del mundo es lo que subyace en tu relato, desde el principio de los tiempos y en todas las especies. El instinto necesario para que la espevie se multiplique no es algo sencillo de soslayar, menos en un espacio cerrado, sin otras distracciones. 40 días con sus noches es mucho tiempo.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel