91. A la luz de las velas (Pablo Cavero)
Tras quitarme la tupida venda de los ojos atisbé el habitáculo en la oscuridad. Mis pupilas se adaptaron a la tenue luz de las velas, lo mismo que mis huesos a la humedad. El techo era bajo en una única estancia de dimensiones reducidas. Con el transcurso de los días, poco a poco, mis miedos y mis odios se han diluido. Nos hemos ido contando nuestras vidas. Hemos congeniado. El encapuchado siempre me ha tratado con ternura y hasta me río con sus ironías. Para mi cumpleaños me ha regalado mi tarta favorita y poemas de Lorca que me recita con su voz, ésa que ahora deseo a mi lado en cada instante. Ha accedido a quitarse el pasamontañas. Reímos. Nos besamos. Está decidido. Viviremos juntos en mi ático. Declararé que me fugué, como Julieta con su Romeo, lejos de la tiranía de mis padres y sus riquezas. Afirmaré que quise convivir con él en este zulo a luz de las velas.
Quizá se trate de un trastorno psicológico, perfectamente tipificado, con el nombre de «síndrome de Estocolmo». Pero tal vez sea amor verdadero lo que ha surgido entre esta mujer y su secuestrador. Algo temporal y traumático parece haberse convertido en permanente y placentero. Lo que antes era penumbra ahora es ambiente intimista. Nunca se sabe dónde puede encontrarse un alma gemela. Si los dos son felices, aunque sus inicios hayan sido inciertos, no somos quién para juzgarles.
Una historia muy original, Pablo.
Un abrazo y suerte
Muchas gracias, Ángel, por tus comentarios siempre tan interesantes y alentadores. Sólo por eso ya merece la pena escribir algo. Un abrazote, amigo.
Muy bien contada esta historia que empieza en negro y termina en una hermosa historia de amor. Me ha gustado el tono y esa sutil evolución de los personajes que queda tan bien reflejada a pesar de la brevedad del texto. Que tengas muchas suerte.
Un abrazo.
Muchas gracias, Alberto. Esos elogios, tuyos y de Ángel, me motivan siempre. Un abrazote, amigo.
Guau, Pablo. El síndrome de Estocolmo o el amor…¿quién sabe? El caso es que ha surgido entre dos seres, en apariencia, muy lejanos el uno del otro. Suerte.
Un abrazo fuerte.
Muchas gracias, Aurora. Perdón porque llevo mucho tiempo muy liado y no vi tu comentario. Un abrazote.