33. A MÍ TAMBIÉN, AUNQUE NO LO CREAS (Rafa Olivares)
Frances siempre soñó con triunfar en el cine. Desde bien joven quedó deslumbrada por las estrellas de la pantalla y se propuso ser una de ellas, si bien, sus encantos físicos estaban muy lejos de los cánones de cualquier época. Siendo generosos podría decirse que tenía una belleza más bien abstracta. Ello no mermó ni un ápice su ilusión y su afán.
Con los ahorros, que consiguió reunir sirviendo cafés y tortitas de maíz en la cafetería de una perdida gasolinera de carretera en Illinois, sacó un billete de autobús y se plantó en Hollywood dispuesta a realizar su sueño. Pronto descubrió que para ello tendría que pagar ciertos peajes sexuales y, en su caso, las oportunidades quedaron limitadas a libidos muy desesperadas de productores de menor nivel. Bien que mal, a falta de virtudes estéticas, Frances se fue abriendo camino gracias a las interpretativas de las que iba sobrada. Tanto, que varios Oscar fueron cayendo en su currículum. Cuando apareció el movimiento «Me too», tuvo una primera intención de levantar también la mano pero algo la detuvo. Fue un pensamiento: ¿Para qué, si nadie me va a creer?
Queremos pensar que las estrellas del cine femeninas alcanzan el firmamento por sus dosis interpretativas y no por ciertos dones de la naturaleza. Con el «Me too» quedó claro que no siempre es así. Tu protagonista no solo tiene verdadero talento, sino también una visión práctica de la vida, que queda bien reflejada en las últimas palabras, enlazadas con el título.
Un relato que combina simpatía y denuncia.
Un abrazo y suerte, Rafa.
En el camino del estrellato no todo es color de rosa como tantas veces hemos visto.
Gracias, Ángel, por tus siempre certeras palabras.
Un abrazo.
Vaya pese a sus premios, parece que mantiene la baja autoestima, pues ya llegará el momento en que grite que no se merecen esos tipos que se guarde el sielncio. Esperamos ese relato como segundas partes. Rafael un abrazo y suerte a tu estrella.
Pues sí, Manuel, el tratamiento a esos desaprensivos seguro que dará para más historias.
Gracias por comentar.
Abrazos.
Pues parece que el abuso tiene mil formas y que cada situación es susceptible de que este haga presencia, incluso aquellas que para algunos puedan resultar poco creíbles. Suerte con este relato, maestro, importante en mi opinión. Un abrazo, Rafa.
Lo de «importante» resulta excesivo pero agradezco tu apreciación.
Gracias, Enrique.
Abrazo.
Seguro que es como dices, Juan, porque aún anda encandilándonos con cada una de sus obras.
Bienvenidos esos abrazos y otros de vuelta.
Rafa tu protagonista opta por lo mas práctico antes de que pongan en duda su palabra. Pero está claro que para llegar a ser una estrella ha tenido que pagar un precio muy alto. ¡ Lástima que esto que reflejas no sea ficción y que, por desgracia, este peaje lo estén pagando muchas personas por ver cumplidos sus sueños. Y lo peor que la mayoría de esos desaprensivos que se aprovechan de ellos se vayan de rositas!Un abrazo inmenso
Así es, Gloria. Parece formar parte de la naturaleza del poderoso abusar del más débil y que así será mientra no avancemos en materia de igualdad a todos los niveles.
Abrazo grande para ti.
Mientras iba leyendo el micro, me vino a la mente un conocido refrán («La suerte de la fea, la linda la desea»), pero llegando al final, a la pregunta que Frances se hace, es obvio que hay suertes que ninguna mujer desea, por muy abstractos que sean sus encantos…
Yo le creo a Frances, Rafa.
Besos desde la Patagonia Argentina😘😘😇😇
Entre la belleza, que carece de mérito y siempre es efímera, y las virtudes interpretativas, que se van acrecentando con el tiempo, cualquier persona inteligente que pudiera elegir sería fea.
Gracias, Mariángeles.
Un beso.