111. A Spanish Odyssey
Observar el gran azul a cuatro kilómetros de distancia de la Tierra es un espectáculo al alcance de unos pocos. Cuatro de los cinco tripulantes que acababan de llegar a la Estación Espacial contemplaban maravillados el cuadro que la naturaleza les regalaba.
—¡Mierda! ¡No hay Wi-Fi!
Los astronautas se giraron, atónitos. Ninguno sabía español, pero ver a Anselmo moviendo el móvil era suficiente para entender qué ocurría. Él se quería ir de allí. Dos días antes, Anselmo estaba limpiando retretes. Fue entonces cuando entró aquel tío presa de un ataque de pánico y le ofreció diez mil euros si se hacía pasar por él.
—Ellos no me han visto la cara aún. Podría funcionar —le dijo.
Por ese dinero hubiese matado a su madre, así que aceptó. Ahora, estaba cagándose en todo. Si se volvía a encontrar con aquel desgraciado, le metería la comida en cápsulas por donde los supositorios. Por suerte, trajo algunas cervezas escondidas.
La NASA pulsó el intercomunicador y atendió la llamada de emergencia que llegaba desde la Estación Espacial:
—Houston, tenemous un problema —dijo una voz en español con un fuerte acento tejano.
—What?
—¡Nos hemos quedadou sin servesa!
Las risas rebotaron por la nave.
Un «astronauta» improvisado, muy poco profesional, pero muy español. Pese a su falta de preparación, igual hace historia por partir desde otro punto de vista, quién sabe, seguro que creatividad no le falta, como a la autora de este relato tan simpático. De todas formas, a quién se le ocurre no incluir cerveza en un módulo espacial, con lo aburrido que tiene que ser estar allí tanto tiempo, por bonitas que sean las vistas.
Justo antes de escribir este comentario barato acabo de escucharte por la radio y me he alegrado mucho.
Un abrazo, Raquel, y suerte con este hombre de las estrellas tan castizo.
Raúl, discúlpame, me doy cuenta dos días después de que te he cambiado el nombre y el sexo ¿será posible? Lo de la radio tampoco era aplicable en tu caso, el comentario a tu divertido relato sí. Un abrazo y perdona otra vez
A veces las situaciones más hilarantes van ligadas all lugar de donde viene uno, y el sello de este pseudo-astronauta es inconfundible. Me encanta este relato. Una historia original y divertida, con un final desternillante. Mucha suerte con él, Raquel, que diga Raúl Jajajajajaja.
Se lo van a pasar bien, sin cerveza o con ella, guste o no a Anselmo o a la NASA; eso sí, no sabría decirte si todo lo que hagan va a ser un éxito. Aunque, claro, si algo sale… la juerga está asegurada aun cuando haya que ir pensando en construir un alambique.
Personalmente habría acabado el micro en «las cervezas escondidas», un final de lo más molón.
Suerte!!!
Raúl, simpatica situacion contada de forma original. Suerte y saludos
Y no sería sevillano y querría una Cruzcampo ¿no?Jajaja mu bueno,el español americanado.
Unas risas rebotando sobre nuestros corazones de martes es el mejor regalo antes de dormir. Buenas y felices noches.
¡Como me he reído!. humor irónico al cien por cien, expuesto con acierto.
Saludos y suerte.
Simpático corto, contado con muy buen humor, esa severcita, va a dar mucho que hablar. felicidades, me ha gustado mucho!
Sin wifi estamos perdidos, en Houston y aquí. Muy simpático, la verdad. Me gusta la historia y el mod de tratarla.
Un abrazo.
Spain is diferent. Le has sacado mucho lustre a esta manera tan nuestra de ser y parecer. Mucha suerte 🙂