ABR.16. PINCELADAS DE TORMENTA, de Noelia Puigdengolas
Estaba esperando como cada día que pasará el autobús que la llevaba cada dia al trabajo. Tenía casi una hora de trayecto hasta llegar a la oficina que estaba situada en el centro de la capital. Sentada en la marquesina de la parada de bus, intentaba leer un libro que no acababa de gustarle. Su mente no paraba de pensar en aquello que tanto deseaba, en aquel hombre sin figura determinada y de sentimientos profundos. Soñaba despierta. Miró hacia el cielo y vio el cielo encapotado, todo él, era una gran pincelada de tonos grises oscuros. De pronto empezó a llover, con fuerza empezaba lo que parecía ser una tempestad. Oyó a lo lejos un continuo chapoteo que daba una persona desdibujada por las gotas contundentes de lluvia y que corría a toda prisa hasta el punto donde ella se encontraba a cubierto. Llegó jadeando, sin respiración. Ella le miró, le sonrió y creyó ver que gracias a la lluvia estaba volviendo a salir el Sol en su interior. Lo trajo la lluvia.