ABR.40. PERDIDOS EN LA LLUVIA, de José Ángel Gozalo
Aquella noche la tormenta no arreciaba, las gotas de lluvia salpicaban los cristales del coche sin cesar. Maldije nuestra mala suerte. No teníamos ni idea de donde nos encontrábamos y para colmo el coche se había averiado. Laura no decía nada.
Un rayo lo ilumino todo por un momento y entonces lo vi. Asomado a la ventanilla un niño nos observaba con los ojos muy abiertos.
Abrí la puerta y al salir la lluvia entro como un torrente.
—Estamos perdidos, buscamos el hotel — le dije.
Con un gesto me indicó que le siguiéramos.
Cuando divisamos a lo lejos las luces del hotel agarre a Laura por la cintura y le di un beso para celebrarlo. Al separarnos estábamos otra vez solos.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano para ir a dar una vuelta y descubrimos un antiguo cementerio en la parte de atrás del hotel. Sin saber porque, me acerque a la primera tumba y me quede paralizado de miedo por lo que vi. Desde la fotografía el niño de la noche anterior me miraba fijamente. Entonces un olor penetrante de tierra húmeda se apodero de mi nariz y tuve la horrible sensación de que algo trepaba por mi espalda hasta posarse sobre mis hombros.
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Cómo me gustan esas cosas que se cuentan sin contarlas, es guaaaaaay
Muy Bueno.
Gracias por vuestros comentarios me alegro de que os haya gustado esta pequeña historia. Se quedaron algunas cosas por el camino que no pude poner, pero sin duda vosotros habeis llenado lo que falta con vuestra imaginación. Un saludo para las dos.
Sí, la lluvia tiene su miga y el relato empapa la imaginación…
Lns