ABR.79. LOS CHARCOS Y CHASCOS DE LA VIDA, de Kistila Cleret de Langavant
He ido a la busca de este recuerdo de un día de lluvia por ahí detrás de la memoria de la adolescencia…
Era un domingo de abril y había concedido a un compañero de la Sorbona, muy estirado y engominado, el favor de ir al museo de los impresionistas…
El calor de Van Gogh y la frescura de Monet empezaron a producir efecto…
Descubrí en él una faceta desconocida, un \»saber ver\» y fantasía inesperada…
Al salir, las gabardinas no abrochadas porque hacia un solete que daba gusto, íbamos charlando con animo cuando de sopetón cayo un chaparrón salvaje, nos pusimos a correr desbocados a abrigarnos en un portal adonde se apretujaban otros transeúntes transidos… y ahí, sin premeditación, nos dimos un primer beso…
Se separo todo colorado y cabizbajo, muy compungido… le cogí de la mano diciendo: \»¿a que a ti no te dejaban pisar los charcos de pequeño? ven ya veras lo divertido\»…
Cogidos de la mano, los pelos revueltos y empapados, riendo y cómplices, saltábamos charcos como brasas de San Juan, o en medio en salpicaduras de agua y amor embriagador…
El día siguiente, notita en el buzón:
\»Quería ser cura… ¿me puedes esperar?\»… sigo esperando… ¡que chasco!
Ese es un charco difícl de no pisar, y por ahí estará, «manchado» todavía por la felicidad inocente.
…me le imagino: fraile en una cartuja frente a la lluvia de abril… creo que se recordara también de este «charco»… y espero sin sentimiento de culpa!!… gracias por tu comentario