ABR.81. SI LA NOCHE ME ENVUELVE, de Javier Fenollar
La noche era un cristal cóncavo y constelado donde el aire preso en él inflamaba de silencio la soledad que habitaba. No recuerdo el día, ni la hora, ni el momento que era, pues el tiempo sólo cobra sentido para los que viven, y yo, después de su adiós, me había limitado a estar, a permanecer, a llenar el espacio que mi cuerpo ocupa, sumido en la confusión pesada de su ausencia. Entonces, en algún momento, retornó. Lo trajo la lluvia, cubriendo sus ropas de recuerdos que se deslizaban en un atropellado caudal hacia mi memoria. Su cuerpo no era piel, sino palabra, vida en mi sonrisa, imagen vaporosa de lo vivido. Besa mis labios -le dije- pues la lluvia en la noche hiela el recuerdo y lo hace puñal. Besa mis labios -insistí- que la lluvia me envuelve y ya no te alcanzo. ¡Qué bien que hayas regresado! Estaba tan solo que me creía perdido. Cúbreme con tu silencio de caricias, que la oscuridad y su humedad caen de la memoria al olvido, y ya casi no puedo verte.
Bonito y poético.
Lo vuelvo a leer y cada vez me parece más bonito.
Hasta me ha hecho derramar unas lagrimillas… llega al corazón.