ABR.83. UN MATRIMONIO PECULIAR, de Juan Enrique Nebot
Otra vez lo mismo, ha sido caer la primera gota y mi marido ha vuelto a fugarse. Le fascina pasear bajo la lluvia. ¿No podría quedarse en casa como todo hijo de vecino? Los días lluviosos siempre son días tristes, anodinos, melancólicos… Y me gustaría tenerle a mi lado, arropándome y haciéndome sentir que con él todos los problemas desaparecen, y los días fríos y pluviosos se vuelven días acogedores y cálidos.
¡Pero no! Él prefiere irse a recorrer mundo. ¿No podría hacerlo cuando haga sol, como hago yo? Así me acompañaría en mis caminatas, en vez de quedarse en casa anhelando que el cielo se encapote… Es que no sé qué le ve de especial, si las cosas se vislumbran peor cuando el día está nublado… ¡Hasta nuestro estado de ánimo cambia y nos volvemos más huraños! En cambio él, es al revés, en los días lluviosos es cuando más enérgico se siente, parece que le guste esa oscuridad de las nubes, la humedad en el ambiente… Ay, si es que ya me lo decía mi madre: ¡no te cases con un caracol, que son muy raros! Pero yo, una cigarra terca y cabezota, no le hice caso…
Me ha gustado el tratamiento del tema y la sorpresa. Dos datos a tener en cuenta en cualquier micro.
El final te hace saltar en carcajadas ¡¡¡Muy dverido!!!.
Enhorabuena.
¡Muchas gracias por los comentarios!
tienen razón: el final inesperado es muy logrado
brillante como la lluvia