ABR.88. LO TRAJO LA LLUVIA, de Carmen Cotilla
Golpeaba suavemente contra la ventana. De forma mecánica, una y otra vez. Quería levantarme y mirar, su olor me lo impedía. Acurrucada en medio de las sábanas, el deseo todavía impregnaba cada poro de mi piel. Quizás si me movía desaparecería la magia de aquel momento. Una ráfaga de aire arrastró consigo el aroma de la hierba recién cortada y unas gotas de lluvia se deslizaron tímidamente por mis mejillas, apaciguando su rubor. Noté como el corazón se me aceleraba al recordar y cerré los ojos. La tormenta había empeorado y el azote del viento me hacía temblar. Me sentía viva. Quería conservar aquel recuerdo eternamente en mi memoria. Cada detalle, cada caricia, cada beso, cada suspiro. Los segundos pasaban muy lentamente. Los truenos llegaron al compás de los pasos y la puerta se abrió. Distinguí su figura y sonreí. Mi cuerpo se estremeció con el calor de su aliento. Un rayo. Un gemido. Un adiós definitivo. El temporal amainó, pero lo que aquel día trajo la lluvia nunca se volvería a repetir.