ABR.96. CUANDO LA TORMENTA AZOTABA TE VI CERRAR LOS OJOS, de Martha Damiano
Cuando la tormenta azotaba te vi cerrar los ojos.
Si no ves al rayo abatir al árbol ¿este no cae?
¿O es menor el dolor al saberlo derrotado si no presenciaste el momento exacto de su destrucción?
Yo vi a la lengua de fuego descender por las entrañas del tronco y a la cabellera verde explotar con un estremecimiento convulso mientras me cegaba el resplandor flamígero
Cuando se hizo la oscuridad y me oprimió el silencio, pude acercarme al despojo truncado y hacer mi duelo entre sus restos.
Te vi entonces abrir los ojos azorado y con un parpadeo espantar la imagen del entorno. Volcaste el rostro hacia el oriente y deseaste refugio entre las luces de la población lejana.
Una lluvia mansa brotó de mis ojos borrando las señales que no querías ver y brindándome alivio.
Tú pretenderás que nunca existió este baluarte, pero, negándote al dolor ¿será tu vida más plena?
es verdad… hay mucha gente «avestruz»… lo que no se ve, lo que no se sabe, «no existe»…
avestruz delante la sombra del cáncer, la sombra del adulterio, la sombra del suicidio…
bueno, en el caso de tu relato no es «sombra» pero fulgor del rayo…