ABR104. DUELOS Y QUEBRANTOS, de Mei Morán
Kijano, sin el brío de antaño, acosado por el hambre, abandona la marcha. Largos años a pie, ya sin Rozinante, que descansa en paz en el campo de Criptania, le han dejado exangüe. Añora una comida caliente. Ha dejado atrás a los gigantes, ahora molinos de aspas astilladas por los embates del noble caballero. Ese día se acerca a una venta que avista en lontananza, dispuesto a ofrecer sus servicios por un plato de cuchara. Al llegar, los demás caballeros le hacen sitio, temerosos de tal triste figura. Engulle la vianda, tragaldabas, lamentando la falta de compañía. No sabe qué fue de aquel escudero suyo, algo tosco pero de trato afable. Se separarían por alguna tontería de la cuya no quiere acordarse. Mientras dormita, en plena digestión, sale de la cocina una mujer de anchas caderas, carácter alegre y respuesta ingeniosa. Está cambiada o quizá siempre fue así. Le gritan de todas partes: -Mesonera, trae más vino. Sí, es ella, Dulcinea. Detrás el que la azuza, dándole palmadas en las nalgas, es Sancho. El hidalgo, zaherido, echa mano de la espada caliente y, sin pensárselo dos veces, se va, embistiendo como un toro, para donde están ellos.
Mei, la viveza se Sancho lo salvará de la sin par pelea; y el desgaste de Alonso lo llevaran directamente al catre. Muy original y manchego tu cuento. suerte y saludos.
Gracias, Calamanda.
Un abrazo
Y es que todo evoluciona y la vida da tumbos y al final se caen los castillos, la hidalguía viene a menos y priva la realidad más llana.
Buena historia con los personajes en su lugar, y un final igualmente acorde con el espíritu del caballero por antonomasia.
Felicidades Mei por esta recreación tan amena y bien llevada.Abrazo.
Sí, algunos temas son atemporales. Pueden ocurrir en cualquier época.
Un abrazo, Antonia
Una recreación muy acorde con los tiempos de crisis. Qué titulo tan apropiado para el cuento, admiro a los que sabéis titular lo que escribís con tanto acierto. Un abrazo.
La búsqueda de título es a veces más difícil que el texto en sí. Gracias por tu comentario, Ana.
Mei, y es que ya sabía yo que esta historia no acabaría bien. Sancho será lo que será pero siempre tuvo más cabeza que su señor, y… fue un donjuán, aquí el ejemplo.
Mucha suerte para el concurso.
Besos.
Gracias Nicolás!
Cada uno se ha recolocao en el mercado laboral con más o menos éxtio, y ese kijote debería aceptarlo con un poquito más de deportividad, digo.
Un abrazo.
El Quijote éste se niega, ya ves!
Un beso, Susana.
El hidalgo parece continuar con su locura… y sin embargo le has dado un enfoque nuevo. Gustosa esa sensación de lo sorpresivo en una historia vivida, conocida.
Me ha gustado este relato actualizado, rico en matices y «loco» en reacciones.
Un besooo, Mei.
Petra, renovarse o morir…
Un beso también para ti.
Uy qué malos y qué mal consejeros que son los celos, aunque el tiempo haya pasado y el hombre ya no lleve la vida de antaño, sigue en pié de guerra con sus propios molinos, esos pensamientos que le asaltan y le privan de la realidad que casi parecía lograda en este relato.
Muy bueno Mei. Saludos.
Los celos es un tema recurrente. De todos los momentos de la historia. Real y humano.
Un abrazo, Yashira.
Jeje, muy bien trazado y narrado. Ingeniosa propuesta. Tendrás premio.
Gracias por tanto comentario positivo.
Un beso, Ana.
Vaticinas con mucho aplomo. Ya veremos. Lo cierto es que me gustó mucho escribir el texto.
Abrazos, Ximens.
Creo que estarás en la final, Mei. Un buen relato de caballeros andantes, sobre el Quijote, para más Inri y en el que entran los protagonistas del mismo y le das un completo revolcón.
Sí, sí que lo creo.
Un abrazo, Mei.
me ha gustado la fluidez y verosimilitud de tu relato… podría ser perfectamente el ultimo capitulo del Quijote…
me gusto mucho el comentario siguiente que realmente plantea muy bien el espíritu y moraleja de tu relato:
«Yashira17 de abril de 2013 02:36
Uy qué malos y qué mal consejeros que son los celos, aunque el tiempo haya pasado y el hombre ya no lleve la vida de antaño, sigue en pié de guerra con sus propios molinos, esos pensamientos que le asaltan y le privan de la realidad que casi parecía lograda en este relato.»