ABR119. EL GUANTE, de Alfonso González Cachinero
Mientras lo recogía —ella estaba observándolo—, supo que era hombre muerto. Fue al agacharse cuando recordó que desestimó las clases de esgrima por considerarlas una brutalidad y que nunca había disparado un arma de fuego. Incorporándose, reparó en que el brigadier Liancour era un reputado espadachín que se había batido en varias ocasiones, venciendo siempre. Erguido, advirtió que le quedaba una puesta de sol y que ese era el último estado que conocería de su propia alma.
Ya en su domicilio de la Rue d’Anjou —previa visita a un amigo, que aceptó horrorizado ser su padrino—, pasó la noche escribiendo febrilmente su poema «Plegaria a Lucifer«, considerado uno de los más geniales en la lengua de Molière, cuyos versos más célebres pueden recitar de memoria hasta los párvulos de Francia.
A la mañana siguiente el brigadier no acudió al duelo: había muerto al atragantarse con un bocado de manzana. Nuestro protagonista no volvió a escribir una sola línea y días después fue hallado en uno de los árboles de su jardín. Un manzano, precisamente.
Triste fin para los dos hombres, el brigadier y el protagonista. Es lo que ocurre por hacer pactos con el diablo.
Me ha gustado tu relato, Alfonso.
Un saludo.
Alfonso: si lo has inventado eres ¡genial y genio!…
tan verosímil esto del poema que me pregunte: ¿de quien es esta «Plegaria a Lucifer»?…
pero me pregunto también: ¿porque siente necesidad de colgarse en dicho manzano?…
si había pedido al diablo no tener que morir en este duelo desigual, (a cambio probablemente de entregarle el alma como suele ser lo convenido), ¿porque tan pronto?…
que pena no tener mas que 200 palabras: esta idea genial daba para un cuento fabuloso… ademas que le has retratado como tan «buen hombre» no violento y «sensible» que uno «visualiza» el antes y el después…
Notable micro que me ha gustado mucho.
Suerte. Un saludo.
l’ex jolie fille t’embrasse aussi…
lo has explicado de maravilla, en efecto había dialectos y lenguas como aquí en España…
pero ya pocos hablan el bretón (de donde estoy) o alsaciano… pero empiezan de nuevo a hablar vasco o catalán…
principalmente había «la langue d’oc» (por debajo del Loire) et la langue d’oïl» (del «ile de France» es decir alrededor de Paris adonde estaba la corte)… se impuso el oïl…
Muchas gracias a todos por «recoger el guante» y pasaros a comentar este cuento con tanta amabilidad y atención. Y también por vuestras generosas palabras de aliento. Un saludo.