ABR129. CAPITULACIÓN, de Alfonso Carabias Antúnez
La acompañó al ascensor caminando un paso por detrás de ella, como de costumbre; inhalando parte del perfume que a su paso inundaba el vestíbulo con un olor afrutado con matices de vainilla.
Justo antes de llegar a la puerta se adelantó con la habitual agilidad y la abrió con su mano derecha, acompañando con la izquierda los pasos de su mujer.
Para cuando ella pudo percatarse de que no había suelo bajo sus pies, la inercia de su movimiento ya la había condenado, y caía con la rapidez que le confería la caprichosa gravedad.
El cerró la puerta sin interés alguno por el desenlace, que tiempo atrás no hubiera sido propio de un hombre de sus cultivados principios. El tiempo y su mujer, después de una larga y dura lucha, le habían convencido de que los principios son como esa hoja caduca que va y viene al son del viento que la mece, y de que ya no existen caballeros; porque el último que conoció yace con su mujer en el fondo de aquel foso.
quienes se van, se llevan algo de nosotros… me gustó mucho. Saludos!
Micaela T.
En este caso fue así Micaela.
Un saludo.
En este caso Ana este caballero solo dejo a su unica mujer, fruto de una continuada labor de desgaste.
Un saludo.
Buena historia de una venganza. Vaya carácter expeditivo que tiene tu protagonista.
Un abrazo.
Pues si Susana, quiza no tanto de venganza sino mas bien de rendicion del caballero a la evidencia en la que vive.
Un saludo.
Buen micro Alfonso, aunque los caballeros que me abran la puerta del ascensor…ummmhhh, casi que después de esto: voy a cederles el paso.
Me gusta la narratividad que has empleado y cómo lo has contado. Un beso fuerte.
Gracias por el comentario Laura, y no temas de los caballeros, que como las meigas, haberlos haylos….
Un saludo.