AGO01. EL MENSAJE, de Juan Antonio Morán
Algunas mañanas de verano acostumbro a bajar a la cala de La Rada con mi sobrina Andrea. La cala es un lugar fascinante: una playa del tamaño de una bañera bordeada por recovecos, espuma y rocas. Nos sentamos sobre un saliente desde donde divisamos el muro kilométrico de acantilado negro y la línea imperceptible del horizonte que parte a la mitad un infinito universo azul.
Me gusta contarle historias marinas que he oído en los veinte años que visito esta costa. Ella, como buena lectora, me describe monstruos marinos y valientes aventureros, mientras confiesa la ilusión por encontrar alguna señal de la existencia de las sirenas, o acaso, un desesperado mensaje flotando que llegue de lejos metido en una botella, el grito clamoroso de alguien que nos necesita.
Hace unos días que su deseo se hizo cruel realidad. La cala recogía los restos deshechos de una patera. Tuve que apartarle la vista y abrazarla fuerte ante el avistamiento de un cuerpo flotando. Era africano, tenía la cara desfigurada por el golpeo incesante con las aristas de la roca. Miré al horizonte en busca de una explicación y solo encontré la tranquilidad de un escenario azul e indiferente.
Has conseguido mostrar con espumosa claridad la belleza de esa cala, he notado el frescor y he visto lo que mirabas.
Me ha gustado el ritmo con que lo has narrado y la precisión de las palabras.
En pocas líneas has construido varias historias,. Me ha dado envidia de tu sobrina, por su bella imaginación y por poder disfrutar de ese paisaje.
Tiene mucha suerte por eso y por las historias que le cuentas y que seguro la fascinan.
La parte final es tan dura, tan explícita que duele. Forma parte de una triste y cruel realidad, de la cual preferimos no saber demasiado.
No has cargado las tintas, solo dijiste lo preciso y eso era suficiente para percibir el drama, más evidenciado aún en la indiferencia de ese mar azul e indiferente.
Creo que lo has escrito desde muy dentro, y por eso es el que más me ha llegado de tus escritos.
Enhorabuena.
Enorme relato, Juan, que bien combinas lo poetico y lo tragico, el anhelo de lo fantastico y la cruel realidad, enmarcada en un «escenario azul e indiferente». Me ha gustado mucho, no se le puede poner ningun pero!!!
Un abrazo
NACHO RUBIO ARESE
Gracias Antonia, es mi idea del mar: belleza y poesía por un lado y miedo y respeto por otro…
Gracias Ana U.
Gracias Nacho, en cuanto he visto tu comentario me he acordado de tu fantástico «cuadro marino» de la convocatoia anterior: esa imagen poderosa de los árboles andando por encima de las aguas de regreso a tierra jamás la olvidaré. Un abrazo.
Qué suerte tienes Jams, escribir lo que sientes sin importarte gustar, ya te quisiera ver en nuestras circunstancias queriendo el nobel y no molestar a nadie.
Yo lo intento y no puedo, tengo algo en la cabeza y no sé qué es, que me deriva como en el mar, hacia unas procelosas aguas que me llevarán a donde todo el blog lo sabe.
Un abrazo.
Diferentes realidades en una misma historia, la del final es tremenda. Enhorabuena!!
Juan… esa retranca en el final, al que nos has ido llevando paulatinamente, como con una suave marea, me ha dejado anclada en la silla. Enhorabuena!!!
Azul como sinónimo de indiferencia, muy acertado en este caso. El azul se asocia a tranquilidad y calma… la que buscan los inmigrantes y se hunden en ella por intentarlo… la que queremos los que ya estamos aquí, y observamos con indiferencia al extranjero que se ha perdido en el inmenso azul… Ayyy… estoy divagando, perdón!
El paralelismo del cadáver con el mensaje que conlleva, los mensajes no llegan en botellas sino en pateras…
Introduces todos los ingredientes típicos del mar, incluida la sirena, y la triste (y azul) realidad tan de actualidad.
Me ha gustado mucho!!!
Felicidades-zorionaaaak!!!!
Un abrazo
Marta
Tal como en tu cuento anterior, conseguiste situar tu relato en la muy sútil frontera que separa los mitos de la realidad. De hecho coexisten, como las dos caras de la misma medalla. De oro, en tu caso, Juan. Sencillo y profundo.
Un abrazo.
Cuento triste pero no. Ese grito que la joven Andrea está demandando le llega en forma de patera. Par ami que es una buena forma que tiene el narrador de decirnos que es apartar los ojos del tío no tendrá efecto en la mente infantil. Gran lección.
Buen quiebro en el micro. Suerte.
Gracias Pablo por desearme suerte, pero soy JAMS, y por tanto… ¡¡¡estoy fuera de competición!!! Un abrazo grande.
Hola de nuevo, estoy muy tonto, lo sé. De todas formas le deseo suerte a todo el mundo, para lo que la necesite que siempre viene bien una poca. Saludos.