AGO03. EL RETRATO, de Eva García Martín
– Contén esa pincelada y piénsalo bien: Cada matiz dará vida al cuadro – me susurró al oído.
– Pero sus ojos son azules – protesté sin comprender.
– Seguro que lo son. Pero… ¿Son azules como el cielo? ¿Como los nomeolvides? ¿Azul turquesa? ¿Tal vez azul…marino?
Tenía razón, como casi siempre.
Me concentré en evocarlos cerrando los míos.
Los recordaba claros como aguamarinas, pero era cierto que se ensombrecían como el mar profundo cuando alguna idea rondaba su mente, a veces con destellos verdosos de felicidad o tonos grises amenazando tormenta.
Desanimada miré el lienzo al que había dedicado tanto tiempo y cariño: Me sentía incapaz de plasmar su mirada, del mismo modo que jamás había conseguido aprehender completamente su alma.
-No es justo- musité dirigiéndome a la imagen- que siempre logres esquivarme.
Entonces tuve una inspiración: si él pudiera verme en ese momento, me miraría burlón: azul marino, reflejos verdes y brillos dorados…
– ¡Fantástico!- me felicitó el maestro cuando terminé la obra – Seguro que al modelo le encantará su retrato.
Sonreí escéptica. Sería solo mío: Sumergiría cada día mi corazón dolorosamente encogido por su indiferencia en aquel mar azul con matices. Aunque escociera como el salitre…
¡Pintora, eres pintora!, claro, así cualquiera.
Ahora en serio, me ha encantado la cantidad de matices en los colores. Me has llevado por tu paleta y al final esos dorados han sido como los fuegos artificiales.
El final es fantástico, como te dijo el maestro. Que gran manera de cerrar tu buen relato, y que bonita palabra salitre.
Felicidades azuladas.
Ojalá fuera pintora, jajaja. No deja de resultar curioso que digas eso, porque de mis anteriores relatos si podías haber concluido mi verdadera profesión…;o)
Salitre evoca muchas cosas, si….
Gracias por tu comentario, me sube la moral
Un saludo
Eva, no sé si serás pintora, pero reflejas muy bien lo que quieres transmitir. Me ha encantado.
Creo que este mes va a ir de pintores, así que cambio el relato.
Un bexo.
Me ha gustado mucho, Eva. Bien relatados los cambios de color de la mirada en función del estado de ánimo.
Un abrazo.
Recortando palabras sopesé prescindir del ‘dolorosamente’, pero la frase no hubiera sido igual de expresiva…
Creo que es el primer mensaje que cruzamos, mítico Epífisis, aunque siempre sigo tus relatos con la sonrisa pugnando por asomar a mis labios. Confieso que más que la pintura en sí, lo que me inspiró fueron unos ojos azules. Agradezco tu valoración y espero que el cambio te sea propicio.
Un bico
Pues, realmente, no estou tan segura de haberlo conseguido, Susana. Me refiero a haber logrado retratar esos cambios…
Otro abrazo a ti
Eva, debe ser realmente complicado reproducir una mirada, cuando a veces hasta cuesta evocarla.
Es un hermoso relato, por la realidad que carga y con la que tan identificada me siento.
Y el final… es dolorosamente maravilloso. «Aunque escociera como el salitre…» No podrías haberlo cerrado mejor.
¡¡¡Felicitaciones y mucha suerte!!!
carolina acaba de escribir lo que me habría gustado plasmar…
«Es un hermoso relato, por la realidad que carga…
tanto la carga emotiva que creativa:
«Me sentía incapaz de plasmar su mirada, del mismo modo que jamás había conseguido aprehender completamente su alma.»
…y me escuecen a mi los ojos con su final:
«…dolorosamente encogido por su indiferencia…»
Ay, Eva, estos fascinantes ojos azules… ¡Qué bien los has descrito!… Me gustó la decisión de la pintora de tu relato de elegir para el cuadro la mas brillante mirada, azul marino, a pesar del desengaño del amor.
Narradora pintora que muestra muy bien ese problema de dar con el adjetivo adecuado del cuadro. Y así, como quien no dice nada, nos enteramos de la historia oculta del relato, que el profesor de pintura ignora. Buen trabajo.
Suerte, de veras, porque el amor en tantas gamas de azul lo merece.
Felicidades, Eva. Es precioso tu relato y no me extraña que haya sido uno de los mencionados. Es evocador, sentimental y con mucha plasticidad.