AGO119. INFESTACIÓN, de Alfonso Carabias Antúnez
Sus palabras me dejan por momentos desconcertado, sin reacción, pero en un instante mis sospechas se vuelven certezas y todo cobra por fin un sentido claro e inequívoco.
Que el primer exterminador no consiguiera acabar con ellos no lo consideré más que el fruto de una incompetencia dispersa con la que de cuando en cuando uno se cruza.
El que la segunda empresa tampoco lograse su cometido me pareció una variable más dentro de una casuística anárquica que no terminaba de entender.
Pero el tercer intento llevó a mi casa un hombre de atuendo oscuro y tez sombría que apenas necesitó un momento para establecer un dictamen que cayó sobre mí como el mazo de un juez que dicta sentencia.
Creo que siempre lo supe, o quizá lo sospechara, aunque en ningún caso lo quería reconocer; cuando ese hombre, o lo que quiera que fuese, dijo que los gusanos que desde días atrás infestaban mi casa y mi vida no provenían de ningún sitio en general sino de mis entrañas en particular los acontecimientos se precipitaron; reconocí lo irremediable y eché la vista atrás, dejando a continuación que todo siguiera su curso hasta el final.
Buen relato, muy bien narrado. Suerte y un abrazo.
Buen relato, muy bien narrado. Suerte y un abrazo.
Gracias Concha. Es lo que tratamos de hacer todos cuando estamos ante el folio en blanco.
Un abrazo.
Me parece una narración de la indefinible angustia del que va a ser eliminado por una figura inequívoca de exterminador inapelable. La voz narrativa es aterradora dentro de su serenidad.
Muy bueno
Juan M
Gracias Juan Manuel; quizá es la serenidad del que por fin ve claro su destino.
Un saludo.
UFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!!!!!!!!! Un poco de cosa si que da, eh???Muy bueno, Alfonso. Un abrazo.
Ja ja, que va Aurora; despues de varios dias entre gusanos uno acaba acostumbrándose.
Un saludo.
Ya se va a acostumbrar son los primeros momentos. Suerte-Héctor
No le quedará otra que acostumbrarse Héctor.
Un abrazo.
Oh! Terrible! Me cuesta contener la imaginación para no ver las imágenes que crea semejante relato. Es genial Alfonso.
Suerte y abrazos.
Contenla entonces Yashira, y guárdala para mejores menesteres.
Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Ay, no lo tenía que haber leído ahora, que acabo de cenar.
Los gusanos me dan bastante yuyu, pero si ya provienen de su inerior, no quiero ni pensarlo.
Muy gráfico tu relato, felicidades.
Gracias Asun. Por tu comentario detecto que no tuviste gusanos de seda en tu infancia.
Un abrazo.
Ah!! eran esos gusanos. Pues yo no tuve, pero mis hermanos si. Así que si he jugado con ellos, se conoce que de pequeña era una inconsciente y no tenía desarrollado el sentido del repelús.
Besitos.
Bueno Asun, te aclaro que no son esos exactamente, el único parecido es el color blanquecino, pero gusanos son al fin y al cabo.
Un abrazo.
curiosamente acabo de leer el relato nº 120… y me da que pensar que el abuelo de aquel relato al sentirse «infestado» decidió suicidarse…
mientras que el personaje tuyo es mas «conformista»: esperar la muerte… muerte que acecha a todos como todas las epidemias o «infestaciones»…
Pues es más bien lo contrario Christine; mi personaje rehuye la evidencia buscando imposibles y al final no le queda otra que aceptarla.
Un abrazo.
No me queda claro si está muerto o si acaba de descubrir que es un miserable como los que vemos cada día en las noticias. En cualquier caso me ha gustado la progresión de este texto con olor a podrido.
Un abrazo.
Está muerto Susana; lo que ocurre es que no quiere reconocerlo.
En un cuerpo muerto los gusanos salen del mismo al no poder neutralizar nuestras defensas los microbios que hay en el interior. De ahí se me ocurrió la idea del relato.
Un saludo.
Hay personas que no aceptan las evidencias ni siquiera cuando éstas se materializan. Alfonso, a mí eso de los gusanos saliendo de la carne putrefacta o de los microbios de nuestro interior …me produce bastante repelencia, pero reconozco que a pesar de la parte ‘repelente’ de tu micro, la voz narradora me ha encantado.
Un besote amigo y mucha suerte!.
Pues dejame decirte Laura que a mí los insectos también me dan cierto recelo, pero entiendo que en muchos casos somos nosotros los que les invadimos.
Mal mes este para leer relatos por aquí.
Un abrazo.
El otro día en la exposición sobre Dalí, en un documental sobre «el perro andaluz» la escena de la mano con el agujero, del que salen hormigas me recordó tu relato. Visual como Dalí.
Un abrazo
Gracias por el comentario Epífisis; creo que esa exposición está teniendo mucho éxito y están ampliando horarios. Espero poder acudir antes de que se acabe.
Un saludo.
Me gusta mucho la idea de cómo tu personaje se aferra a la vida a pesar de las circunstancias y que necesite tres avisos por lo menos para darse cuenta de lo inevitable y dejar de luchar.
Saludos y suerte.
Gracias por tu comentario Rafa; si es cierto que mi personaje se aferra a la vida hasta el punto de no querer reconocer lo irremediable, pero ¿quien no lo haría?
Un saludo.