AGO126. NATURALMENTE AMOR, de Fernando Sopeña Lopez
Despues de un otoño cortejandola sin sobresaltos llego un invierno especialmente
duro, ella se aletargo y apenas la vi 2 o 3 dias, fueron meses de
soledad y pensamientos. Cuando empezo la primavera sali a la calle,
fui en su busca decidido a declararle mi amor, tal y como habia
planeado palabra por palabra. Alli estaba ella, en su
arbusto, parecia estar esperandome, me regalo una sonrisa y senti
por vez primera ese año, quiza en toda mi vida, el calor del sol
por la mañana. Todo salio bien, hablamos, nos miramos a los ojos,
nos reimos. Sin embargo cuando la propuse hacer el amor alli mismo,
a la vista del mundo, debajo de aquellas hojas me rechazo. Ella era
una delicada mariposa de buena familia con una educacion victoriana
y aquella nuestra primera cita.
Despechado no quiese volver a verla, tiempo despues me dijeron que murio
de pena, pero ya se sabe como son las habladurias, quiza fue de felicidad.
Lo que si es cierto y no se si ese fue el motivo real de su rechazo,
es que aquel dia de abril salvo la vida, pues en bien sabido que entre
los de mi despreciable especie es costumbre en el momento del orgasmo
clavar el aguijon a la hembra.
Un acto reflejo, dicen los biologos.