AGO130. COLORES CIEGOS, de José Antonio Tejeda Cárdenas
A duras penas le convencí para que saliera del agua. La tarde se nos venía encima, y aún, nos quedaban muchos kilómetros hasta el hospital. Pero aquella parada improvisada merecía la pena. A sus dieciocho años, hoy cumplidos, era su primera experiencia con el mar. Cuando, finalmente, alcancé convencerle, y dejó de chapotear como un niño, nos abandonamos, ausentes, a la orilla de la playa. A ponerle traspiés a la brisa… e inventariar las olas. Yo, las contaba según llegaban…él, por el sonido, por el que hacían al romper sobre nuestros cuerpos. La curiosidad no cupo en mí, y rompí el silencio. Le pregunté por su experiencia, sensaciones, emociones… Me inquietaba saber: ¿Cómo sería el mar en su mundo oscuro? Calló unos minutos…Después, fue tanteando mi ausencia, hasta dar conmigo,con mi brazo, lo apretó fuertemente, y,emocionado, me dijo:
-Es azul, azul…marino.
Muy bonito y sensible, Jose Antonio, además de muy bien escrito: tanteando mi ausencia, inventariando olas… Invita a la relectura mil veces.
Muy agradecido, Rosa. Me halaga su comentario. Ha cogido unos «kilitos» mi ego flaco. 🙂 Saludos.
Es un relato muy tierno, José Antonio, un relato para leer despacio y saborear detenidamente cada una de las sensaciones que describes y que llegan al lector con gran calidez humana.
Suerte!!!
Saludos.
Pilar, muchas gracias. Me repito en mis agradecimientos, y espero seguir compartiendo la calidez humana de este blog. Saludos.
El final que es muy bueno redondea el principio. Mantienes la intriga y hay frases poéticas, me gusta esa mirada azul.
El mar también es olor, tacto y sabor.Todos los sentidos son importantes para conocer.
Suerte.
Gracias, Antonia. Muy lindo su comentario. Saludos.
Muchas gracias, Ana, por tu comentario. Intentaré llegar a tiempo al concurso que me has recomendado. Saludos
Hola José Antonio.
Poco más puedo añadir. Me gusta que no aclares la situación del chico con evidencia, sino con elipsis.Muy bonito lo de parar en el camino por la ocasión que lo merecía. Y suerte.
Muchas gracias, Pablo. Gracias por hacer una parada en mi relato. Disculpa que no te haya respondido antes, pero al cambiar la pág., a la convocatoria de Septiembre, me perdí en el blog. 🙂 Saludos.
Me ha gustado tu relato, José Antonio. Más del esfurezo del joven ciego de comprender los colores, me ha impresionado la actitud del otro personaje, tan dedicado a su amigo, su modo de revelarle la belleza del mundo y de compartir la alegría.
Suerte.
Gracias, Nicoleta. Has apreciado un detalle muy importante que deje entre lineas. En el título intenté dar una pista. Saludos.
Una de las cosas por la que más importancia le doy a este micro, es la profunda sensibilidad y la inteligencia para describirla. No es tanto en sí la ceguera del invidente que no pueda interpretar el sentido de la vista del mar, sino el del invidente que queda sorprendido por ver que el resto de los sentidos son capaces de encontrar el mismo nombre a su visión.
Saludos
Muy halagador tu comentario, Enmascarado. Muchas gracias.Saludos.
¡Que curiosa coincidencia! Hace unos días me preguntaba por escrito: ¿Cómo transmitir el color azul a quién no puede ver?
-Sumérgete en el mar y siente la frescura que vivifica…
y ahora encuentro esa misma reflexión, hecha al revés en tu micro, como una respuesta.
Gracias, Paloma ¿Será telepatía?. 🙂 Muchas gracias. Saludos.
José Antonio, muy descriptiva esa tarde. Suerte.
Muchas gracias, Calamanda. Mis saludos.