AGO137. EL GRAN SALTO, de Antonio Ortuño Casas
Érase una vez una pulga que quería ser saltamontes para poder saltar más lejos y volar. Un día le pidió a un saltamontes que la dejara montarse sobre su lomo para que al menos sintiera esas emociones. Su experiencia no pudo ser peor, se mareó con el primer salto y después de un breve vuelo no pudo recordar nada. Completamente blanca volvió a buscar a su perro de turno, no sin antes escuchar de sus amigas las más sonoras burlas. Desde ese día la llamaron Superpulga 707, pero solamente hasta ese día cuando le pidió a una cigüeña que la dejara volar bajo su ala. Volvió al año siguiente con los galones de comandante, trayendo niños gemelos a la casa de su último perro.
Una idea muy original, la pulga viajera, que se marea, y luego la cigüeña con los gemelos. Me ha divertido mucho, quizá prestaría un poco mas de atención a la redacción, porque la historia me parece que merece la pena.
Besos
Un cuento lleno de gracia y candor.
Una preciosa fábula. Muy logrado y muy tiernecito. Me gusta mucho.Un abrazo pulgoso.
Mientras lo leía me parecía una historia para niños y luego dio ese giro inesperado. Me gusta, ¡suerte!
Saludos.
Me gusta esta historia de superación, tan clásica en las fábulas, en las que los protagonistas dejan siempre con un palmo de narices a quienes se han reído de ellos. Y aquí, además, con una grata sorpresa final (bueno, si en la casa gustan de cachorros / niños).
Abrazos y suerte este mes.
Muy ingeniosa tu fábula. Un abrazo. Gloria