AGO159. MUESCAS, de Laura Garrido Barrera
Aplasta el escarabajo con el talón, y tras el chasquido de sus élitros, siente un profundo bienestar interno. Busca otro bicho, idéntico, y lo pisotea con igual decisión. Siente un pequeño desahogo que relaja sus nervios. Con una piedra realiza una segunda muesca en la pared donde se apoya su catre.
Sus acciones son criminales. En cuanto ve sus cuernos en movimiento, los persigue con saña hasta aplastarlos. Cuando se abre el ventanuco, sus ojos vidriosos se iluminan pensando que entre la lechuga puede encontrar alguno más, y sabe que no dudará en masticarlo. Busca el orificio por el que entran y lo ensancha con la cuchara para que sus visitantes no encuentren escollos a su paso. Pasadas tres semanas ya le cabe un brazo, y transcurrido un año, el cuerpo entero.
Una mañana asoma por el agujero un visitante menudo que viste a rayas negras y blancas. Es parecido a los escarabajos, lo nota en sus enormes pupilas dilatadas. Se excita, y tras un golpe certero con la palangana de hierro, realiza una nueva muesca en la pared. Se mira en el espejo, y se sienta sobre sus cadenas con la certeza de que ha encontrado otra víctima.
Ese “chasquido” me recuerda al que hace el papel de burbujas plásticas al apretarlo. El ”visitante menudo vestido a rayas” debió buscar otro hueco de escape. Me ha gustado, muy visual el relato, suerte.
Saludos.
Yo creo que ese chasquido es algo más seco y profundo, como el de un plástico duro al cascarse, quizá no tan sonoro como el de las burbujitas de aire. Desde luego que el hombre de rayas debiera haber buscado otra vía de escape ¡ya lo creo!, aunque de sus «habilidades» tampoco sabemos nada, claro.
Muchas gracias Beto y un abrazo.
Jeje, pobre compañero de prisión. Se lee muy bien. Para mí es la metáfora de la crueldad, de las ansias de poder y poseer, del que firma órdenes de fusilamiento hasta la de su mismo padre. En fin, es lo que hay.
Gracias Ximens, me alegra que la condensación de la escena de esta historia se lea bien. Efectivamente es una metáfora de la crueldad, y de la locura, y de las mentes perturbadas que ni en la soledad de una celda pueden descansar.
Un abrazo amigo.
Como dice Beto, el antiestrés puede tener formas muy diversas. Pero tu relato va por otro camino, mucho más pérfido.
Enhorabuena, Laura. Veo que vienes con ganas.
Un saludo
Juan M
Gracias Juan Manuel,
desde luego que llamar a esto ejercicios anti-estrés entraña bastantes peligros y mi relato se conduce por los extraños circuitos de una mente perturbada. ¡Pobres escarabajos! y ¡pobrecito el preso…! ¿y pobre de él mismo? …lo dejo ahí caer, por si alguien reparó en ese detalle.
Un besote y mucha suerte para tí también.
Está claro que el instinto asesino no se le quitó en la prisión y siguió ejercitándose con todo lo que le salía al paso, incluso con el menudo preso que se coló en su celda.
Me ha parecido un buen relato, Laura, pues refleja la delectación en el acto de matar, ese gusto de psicópatas que lo hacen realmente, no como quienes escribimos y lo hacemos de palabra.
Un abrazo y mucha suerte.
Gracias Isabel,
efectivamente este hombre no tenía escrúpulos, confunde escarabajos con presos es sus actos criminales por conseguir esos pequeños desahogos a su mente perturbada. Necesitaría una cadena de doble vuelta y no moverse del catre para evitar estas acciones.
Quienes escribimos intentamos ponernos en las pieles de nuestros personajes y a veces, nos entran unos escalofríos que nos dejan fríos como un témpano. ¡Bien lo sabes tú amiga Isabel!.
Un abrazo para tí y un besote.
Hola Laura, me encanta la fuerza descriptiva de tu relato. Esos chasquidos me hacen chirriar los dientes. La escena que has creado es realmente buena, las miserias humanas y el instinto asesino permanecen en el lugar y en el tiempo.
Un beso y suerte con el relato !!!
Hola Atenea,
gracias por resaltar la descripción de la escena y y estos instintos de lo más crueles.
Un besote y me alegra mucho que te haya gustado. 😉
Puafff, laura, entre asco al sentir bajo mis pies los chasquidos que describes y el terror al descubrir a un asesino/a con tanta vileza.
Das esa sensación de que el matar es como el comer o como el rascar para tu personaje.
Abrazos y suerte
Hola!, pues si he transmitido esa sensación que me comentas, es precisamente esa y no otra la que quería reflejar con este micro. Matar no sé si es como comer, pero para mi presidiario desde luego que es algo muy parecido.
Muchas gracias y mucha suerte también para tí.
Muy bien reflejada la crueldad enfermiza de tu personaje, que no parece distinguir entre una víctima y otra, lo que cuenta para él es el acto de arrebatar una vida. Un abrazo.
Hola Ana, muchas gracias por comentar estas «muescas». Efectivamente sus auténticos desahogos y su bienestar interno son consecuencia de sus actos criminales, sin distinguir entre personas y bichos.
un abrazo y mucha suerte.
Laura, mis apreciaciones coinciden totalmente con las de Ana; has retratado bien esa crueldad del perturbado; suerte y saludos.
Gracias Calamanda,
un beso para tí y mucha suerte en este mes que hoy termina.
Uy Laura los derroteros de mi imaginación se han visto torturados por las imágenes y sonidos de tu micro ¡Qué asco! Jaja, uy, la entrada del vecino… Pobre… Y el propio reflejo en el espejo que despierta de nuevo su ansia de víctimas, creo que muy pronto dejará de matar cucarachas ¿O me equivoco? Creo que no.
Tremendamente visual, mucha suerte con el micro Laura y un abrazo grande.
¡¡Bien Yashira!!, efectivamente muy pronto dejará de matar bichitos porque se «sienta sobre las cadenas con la certeza de que ha encontrado a otra víctima» tras mirarse en el espejo.
Así que supongo, como lectora, que la próxima víctima será él mismo. ¿Cómo lo hará?, es cosa de otra historia, claro.
Muchas gracias por leerlo atentamente y por deducir esta conclusión que es la que yo tenía en la cabeza y en el teclado.
un besote Yashira y mucha suerte con tu micro este mes.
Ostras Laura… menos mal que no he enviado mi primera opción, porque se me hubiera tachado de plagio. No al completo, pero la ambientación de la celda…. Menos mal que no lo hice porque me parece genial que por el hueco que escarba el protagonista, en lugar de escapar llegue otro fugitivo. El mío no conseguía tener un final feliz para el autor… todos los finales me entristecían porque no contaban nada.
Un abrazo.
Hola Fernando, recuerdo un par de ocasiones este año en el que al ir a enviar mi micro para ENTC me he encontrado en las últimas entradas publicadas alguno excesivamente parecido al mío que me retrajo a enviar el mío para evitar suspicacias de plagio, o de inspiración ajena. ¡Ya es mala suerte! me dije, y me los guardé en el bolsillo, porque no me parecía ético, aunque bien supiera que el parecido era producto de la casualidad.
Y es normal. Entre tantísimos textos que escribimos, ¡cómo no va a ver celdas!, ¡asesinos!, y demás personajes.
Gracias por lo que me cuentas y enseguida paso a leer el tuyo que creo que está dos entradas por encima. Mucha suerte Fernando y un beso post-vacacional.
Un asesino también puede llegar a sufrir ansiedad, mono. Lo del otro prisionero es el colmo de la mala suerte. A ti te deseo la buena.
Besicos!
Hola Beatriz, muchas gracias por resaltar la mala suerte del otro convicto, aunque ¡vete tú a saber qué tipo de insectos mataba este!, jajá.
Un beso fuerte y que tengas mucha suerte en este mes que acaba.
Ya hay mucho dicho. A mi me ha encantado.
abrazos
Gracias Javier,
si te ha encantado y por encantar entiendo «gustar mucho», pues lo celebro ¡aplastando esta hormiguita que corre por el teclado!. 🙂
Un abrazo.
Me parece ver a mí dos historias distintas, Laura. Y las dos, muy interesantes. Por un lado, la del asesino vocacional, que no teniendo más oportunidades, se dedica a matar animalillos en su celda; y por otro, la del convicto, que intentando escapar por un agujero hecho con paciencia, se encuentra con que sólo conduce a otra celda por la que intenta huir otro en su misma situación. Eso me ha hecho pensar tu micro, Laura. Bueno, eso y que te aprecio un güevo.
Un abrazo, coe
Hola Miguel Angel, la verdad que en ningún momento estaba en mi mente retratar su ansiedad por escapar de la celda, pero tu lectura me sirve para ver otra historia sumergida en las palabras que he escrito. Quizá con algo más de texto, podría haber reflejado sus ansias de libertad, pero me concentré en sus ganas de matar.
Muchas gracias por tu comentario ¡coetaneo de blog! (como tú sueles decir), y mucha suerte para este mes que se termina. Besos.
Quizá no lo capto bien, Lau Ra, porque entonces no acabo de entender por qué motivo hace al agujero cada vez más grande. En ningún momento percibo que espere capturar animales cada vez más grandes…
Pero como dice Ximens, quizá problema suyo…
Bueno… «para que los ‘visitantes’ no encuentren escollos a su paso», quería decir que es un hombre que tiene afán de visitas, sean escarabajos o cualquier ser que pueda saciar su hambre y su mente perturbada. Precisamente puse visitantes en vez de escarabajos para abarcar un amplio espectro de «visitas», pero puede ser que debiera haber sido más explícita, no sé.
En fin, que….hay lecturas para todos los gustos y la tuya también me gusta aunque no fuera mi intención inicial. (Prefiero ser sincera a decir eso de …¡oh sí! has captado la segunda historia…jajajaá….)
Un besote Miguel Angel y muchas gracias por tu interés, de verdad.
De todas formas, Lau Ra, no he dicho que no me gustara, de hecho me gusta el doble, porque me gustan las dos historias que yo he visto. Además, a estas alturas, qué haríamos tú y yo diciéndonos mentiras!
Un besote, Lau Ra (jeje)
Me gusta eso de …Lau-SOL, 😉
y eso digo yo también ¿qué haríamos tú y yo? …jajá …bueno, que eso, que otro beso desde este espacio.
Me gusta el título para esta historia de psicópata compulsivo. El detalle de ir agrandando el agujero, me preguntaba yo: querrá escaparse y no!!! era para cazar más y piezas más grandes… buen recurso,
Hola Mel, gracias por leer esta historia de agujeros, psicópatas y bichitos molestos.
Un abrazo para tí y mucha suerte este mes y los siguientes.
Me gusta el relato, de un hombre cruel que no tiene pinta de mejorar.
Abrazos.
Buenos días María, muchas gracias por tu comentario.
un abrazo y mucha suerte.
Muy sórdido todo, Laura, el chasquido, la cuchara, el título… Sonidos, imágenes… En el último párrafo me esperaba un túnel de salida, aunque ya me quedó claro que estaba tan colgado que agujereaba la pared en horizontal.
Un abrazo.
Gracias por el comentario Susana, efectivamente un micro un poco oscurito y sórdido como bien dices. Un besote.
¡Que ‘vicio asesinador’! La ‘pena’ es que no habrá nadie que haga la última muesca tras esa certeza…¿le detendrá ese detalle?
A mi me parece un micro con mucha miga. Suerte, Laura.
Gracias Eva, recibe un abrazo desde una de mis «muescas de cariño». Un beso.
Me gusta ver tu micro de esa mente perturbada que has creado en una celda como si estuviera además encerrado, encadenado en su propia locura, y cómo va buscando o encontrando víctimas cada vez más grandes hasta que se topa con la pieza mayor: él mismo. La historia del otro recluso merecería otro relato independiente; me imagino su sorpresa después de tanto trabajo, antes de convertirse en otra muesca.
Saludos y suerte.
Buena idea esa de otro relato independiente ¡me la apunto Rafa!. Gracias por tu comentario y por resumir tan bien la esencia del micro. Recibe una «muesca de cariño», igual que la que he enviado a Eva. 😉