AGO20. LA MAGDALENA DE WASHINGTON JARAMILLO, de Juan Manuel Sánchez Moreno
Cayó la noche, y las calles comenzaban a enmudecer. De las ventanas salía un pesado aroma de carne chamuscada. Las aceras no garantizaban su limpieza. Y de pronto aquel ruido le recordó las felices noches estivales de su infancia en que, de regreso a casa, nunca dejaba de pasar por aquel callejón poco frecuentado en el que, bajo el peso de sus zapatos, crujían sin cesar las cucarachas.
Proclamo a los cuatro vientos de entc que soy madrina de esta increíble personaje. Quien no lo conozca que pase por el blog de su creador. Washington es un hombre excepcional. Pendenciero, juerguista, músico, trovador, amante, con mil vidas, todas bien vividas. Escapa a la muerte como el gato al agua. Y siempre vuelve para regalarnos momentos excepcionales, como el de este crujir de cucarachas.
Pd. Por si alguien no lo había notado, soy fan.
Editora mía, tu declaración pública me conmueve.
Un bico
Juan M
Juanmanuel, imaginar el crujir impone, a mi siempre me costó machacar a una sola, el ruido se mete en el cerebro y la masa blanquecina lechosa con trocitos del exoesqueleto negro salía muy mal de la suela. Verla caminar de lado y arrastrando sus vísceras me producía dolor. Perduraba días como recuerdo del asesinato.
Un abrazo asesino múltiple
Algo de ese recuerdo aún resuena en mi caminar. Crac, crunch… o algo así.
un saludo
Juan M
Me encanta que aportes puntos de vista nuevos. Yo iba más por un guiño proustiano con resultado sonoro. Un placer tu visita.
Juan M
Estupendo Juan manuel, tu relato es tan efectivo que despierta la envidia por no haber vivido la experiencia de tu personaje. Nunca será igual pero lo intentaré con bolsas de patatas fritas. Enhorabuena y mucha suerte aunque no la necesitas.
Una vez que pruebas con cucarachas, ya no hay sucedáneo posible, ni siquiera otros bichos similares.
Un saludo con retraso, es que estuve de mudanza.
Juan M
Hola, Juan Manuel.
¡Dios, que visual y qué plástico y sonoro!
Nunca he pisado una cucaracha pero tengo bien grabado el ruido que produce, cuando de un zapatazo, alguien las espachurra… Agggg.
Un abrazo y enhorabuena.
Sí, es algo que no se olvida, como el sabor de la magdalena mojada en la infusión…
Un saludo
Juan M
Bien narrada una noche cualquiera de agosto en un pueblo de Sevilla por ejemplo. Muy bien descrito.
Suerte.
Besivcos muchos.
Me alegro de que este repugnante efecto sonoro te haya transportado a esos veranos tórridos andaluces.
Un beso, Nani.
Juan M
Interesante propuesta la que nos propones utilizando la onomatopeya como recurso sonoro y la clave del título para jugar con el sentido del gusto de de la famosa magdalena mojada en té.
Saludos y mucha suerte.
Gracias, Rafa. Trataba de unir esos dos polos mediante la memoria involuntaria que tantas cosas nos trae sin querer.
Un saludo
Juan M
Muy buenas imágenes contrapuestas: silencio de las calles, crujir de las cucarachas… habrá que pasar por tu blog para entender lo de la magdalena, no??? ja, jaaa…
Eso sí, el repugnante efecto sonoro está perfectamente conseguido, brrrr!!!
Enhorabuena y mucha suerte!!!
Un abrazo
Marta
Estás invitada a mi blog, aunque lo de la magdalena es un guiño a Proust y a la memoria involuntaria.
Un saludo, Marta.
Juan M
Que interesante, la memoria a través de los sentidos, en este caso motivada por el ruido del crujir de las cucharachas pisoteadas, que en ese silencio nocturno se hace oír más.
No me gustan nada las cucarachas, pero tu relato sí, consigues que ahora me esté imaginando la escena, incluído el efecto sonoro.
Un saludo y mucha suerte.
Elena
Vaya, Elena, me siento como Orson Welles cuando asustó a todo un país con una farsa.
Un placer leer tus comentarios.
Un beso
Juan M
Si mi madre lee (o escucha o se imagina) esto, le da un pampurrio, fijo.
Las cucarachas, qué habrán hecho para ser tan odiadas aparte de aguantar tantos millones de años a los humanos…
Suerte y un beso.
Nadie les reconocerá jamás el ser unas criaturas tan bien adaptadas. Tienen su cosa, pero nos sobrevivirán.
Un beso
Juan M
Un micro «pescadilla que se muerde la cola», formato círculo cerrado. Este estilo me gusta mucho, aunque en este caso creo que habría estado mejor centrarse solo en el sentido del oído, pues el aroma de carne distrae del eje del relato.
Un abrazo.
Bueno, lo de la carne salió al margen de mí mismo, y era un recuerdo personal de la infancia. Una vez más la memoria involuntaria se impone al acto creador.
Gracias por tus ideas.
Un beso desde Oporto
Juan M
Los recuerdos atraídos por magdalenas o crujidos. Sospecho que poco ha cambiado la vida del personaje. Múltiples interpretaciones para tu protagonista, o de su familia. Lo mejor, sin duda el título. Suerte al fin de mes.
Muchas gracias por pasarte, Ximens, y por abrir el frasco de las posibles interpretaciones. La historia viene de un viejo recuerdo de la infancia que he trasladado a mi Jaramillo.
Un saludo
Juan M
Hablando de cucarachas y su deambular por las cocinas de antaño, yo pongo un recuerdo para ellas y su labor diaria de asustar al personal, en mi caso recuerdo que siempre salían al anochecer y claro solo se sentia el correr como un susurro en el silencio y la obscuridad y andabamos a ver quien conseguía aplastarlas y cuando oíamos el cruch era una victoria. Cuando encendíamos la luz, todas desaparecian y solo quedaban los cadáveres de las menos rápidas.
Que recuerdos Juan manuel,nos trae a la memoria tu Jaramillo.
Un beso de cucaracha jejeje.
Puri
Esas experiencias de la niñez no se borran así como así, sen dulces o repugnantes como el crepitar de los bichejos.
Gracias por tus palabras
Un beso
Juan M
Juan Manuel, me haces confundir mis sentidos y sentirme con deseos de probar nuevos platos o dulces.. una magdalena crujiente… genial la sensación que nos brindas.
Abrazos
Hace unos meses, para el cumpleaños de una sobrinilla, probé una tarta con forma de escarabajo. Era de chocolate, pero ni los niños repitieron.
Un saludo, maestro Montesinos.
Juan M
Juan Manuel, vaya imagen más sonora la de pisar cucarachas. Siempre me han dado repelús, y si además son muchas…vamos que salgo corriendo. Aunque corto, muy bien expresado este recuerdo de tu infancia. Saludos y suerte
No cabe duda de que ese sonido es más que un ruido en la noche.
Un beso
Juan M