AGO43. ETIQUETAS, de Sara Lew
Te desperezas despacio. Desentumeces las piernas. Estiras los brazos hacia arriba como queriendo llegar a ese techo blanco y redondo que, efectivamente, tocas. No eres gigante, no, aunque la estrechez de tu encierro así te lo sugiera. Tampoco eres un insecto dentro de un frasco diminuto —pálpate bien: tienes nariz, boca, dos orejas y dos ojos, algunos pelos y, además, piensas— si bien las paredes cilíndricas y transparentes con las que te chocas te llevan a esa idea ridícula, que enseguida descartas por otra no menos absurda, pero más conveniente. “Es solo un sueño” te repites una y otra vez mientras miras a tu alrededor con espanto. El yonqui de los tatuajes, la tía buena del bar, el vecino gay, el banquero gorrón, el negrito del locutorio… todos ellos están también ahí, catalogados en la estantería.
Bueno, Sara, muy bueno.
Le felicito por su talento.
Saludos.
Hismael.
Gracias, Hismael.
Un saludo.
Terrible sensación encontrarse catalogado cómo un insecto y seguir siendo hombre. Buena crítica a nuestra crueldad con nuestros compañeros de existencia en el planeta azul. Muy bueno Sara. Besos Gloria
Todos llevamos nuestras etiquetas adosadas y, consciente o inconscientemente, se las ponemos a los demás.
Un abrazo, Gloria.
Es la realidad en nuestra sociedad.
Muy bueno,
Mucha suerte
Abrazos
María Estévz
A veces, con lo absurdo, lo fantástico y lo terrorífico es como mejor se retrata la realidad, porque es todo eso…
Un abrazo, Aniagua.
terrible sensación, sí… por esto hay de pasar lo mas inadvertido posible… camuflarse como los insectos-palo por ejemplo…
El camuflaje es una buena técnica de supervivencia. Ser como los demás, como nuestro entorno para pasar desapercibidos. Lo peor es que luego no nos reconocemos ni nosotros mismos.
Un saludo, Christine.
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Fauna urbana. Interesante relato.
Fauna urbana o rural. La cuestión es clasificarla.
Un abrazo, Miguelángel.
Muy interesante cambio de perspectiva y bien relatado.
Enhorabuena
Gracias, Javier. Es bueno a veces ponerse en el lugar del otro (aunque sea metafóricamente hablando, ya que a nadie le gustaría estar encerrado en un frasco, o dentro de una jaula para que los monos vengan a vernos con sus crías 🙂
Un saludo.
Un relato asfixiante que refleja la imposibilidad de escapar de las prisiones sociales, de las etiquetas con que los demás nos definen. Un texto de calidad como todos los tuyos.
Wow me encanta, muy buen relato. Un saludo.
Sara, los juicios previos y la sociedad se llevan muy bien y convierten, todos convertimos, lo amplio y abierto en pequeño y cerrado. Suerte y saludos.
Excelente el cambio de perspectiva. Enhorabuena por este texto tan logrado. Besos.
Piezas todas de colección. Sara es muy original tu micro. Una vez más, volvemos a etiquetarnos. Suerte.
Besicos muchos.
Excelente esa pesadilla que has etiquetado, con un giro original a las historias de coleccionistas de bichos y la obsesión de los entomólogos por clasificarlo todo. El tiempo verbal acompaña muy bien al relato; no sé dónde leí que las historias de miedo son aún mejores cuando el narrador utiliza la segunda persona, y tú la has utilizado de forma excelente. Enhorabuena.
Un abrazo y suerte.
«Este tipo es un bicho raro». Muy original, Sara. Un abrazo.
Bueno un montón de bichos raros pero si son felices ¿qué más da?. Buen relato.
Suerte
Sara, es un sueño porque sino perturba y no estamos para pasar miedo.
Da repelús.
Un beso
Ese gran etiquetador que no es más que la sociedad en general, de la que formamos parte.
Un abrazo, Ana.
Así es, Sara: todos etiquetados, y más pequeños de lo que intuimos, aunque los humanos tiendan a sentirse gigantes muchas veces (bueno…, algunos, que otros tiramos más hacia las pulgas).
Un micro hondo, casi filosófico.
Un beso y mucha suerte.
Las etiquetas, las etiquetas, como apresan las etiquetas… Buena imagen, Sara. Un abrazo.
Muy original Sara. Me gusta. Aunque he de confesar que me ha venido a la cabeza aquel gran corto protagonizado por José Luis Lopez Vazquez «La cabina». Mucha suerte. Un abrazo.
Excelente, de esos que deberían ser ejemplo de micros bien llevados, con cambio de perspectiva, doble lectura, ponderación justa, en fin, está estupendo y además me encanta : ). Saludos!
Lo peor de las etiquetas es cuando la gente se las cree y las hace propias. Entonces la pija es más pija, el tonto del pueblo se aprovecha y el gerifalte se cree impune. ¿O no es así?
Un abrazo.
Sinceramente, Sara, me encanta. Desde que te descubrí hace unos meses, eres una de mis autoras favoritas.
Mucha suerte y un beso enorme.
(me haría mucha ilusión que participases en mi proyecto MARES DE PECES. Ahí lo dejo caer)
Muy buen relato, lo tiene todo.
Abrazos.
Muy bueno, Sara. Me quedo con la perspectiva de la historia y su sobriedad. También creo que tiene un trasfondo importante lo del etiquetado, nos falta saber cómo habían catalogado al tipo en cuestión. Buena suerte.
Muy buen texto Sara, la idea, todo lo que dice sin decir, y ese símil de etiquetar personas como si fuesen/somos bichos raro. Mis enhorabuenas me ha gustado mucho,
Estupendo relato, aunque me crea algo de claustrofobia imaginar la sensación de estar ahí metido en un frasco, no me extraña que decida «más covenientemente» que se trata de un sueño del que despertará. Pero claro, la realidad es la realidad y está llena de etiquetas, de ahí no hay quien despierte.
Mucha suerte con él Sara. Besos.
Me gusta esa idea de colocarlos en frascos, las etiquetas las llevan de serie.
Hola sara, tarde pero llego a leerte como cada mes. me gusta seguirte. Que sepas que escribo estas letras después de escaparme del pequeño botecito de cristal donde me habías metido con tu micro.
Como siempre, talento y buen hacer.
Abrazos me gusta.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
¿Así se sentirán las mariposas? Me gusta mucho
Abrazos