AGO45. HAM EL LIMPIO, de María del Carmen Guzmán
Miles de cucarachas invadían aquel edificio cuyas terrazas repletas de macetones con plantas eran los únicos puntos bellos que resaltaban sobre la descascarillada corteza del monstruo de acero y hormigón.
La comunidad de vecinos decidió poner fin a la invasión y para se buscó los servicios de un fumigador. Lo más económico que encontraron fue un hombre de acento extranjero que decía llamarse Ham, o al menos ese fue el nombre que entendieron, y como era el que iba a limpiarles la casa de bichos, le añadieron El Limp, para abreviar.
En poco tiempo, el edificio quedó limpio de cucarachas: fue una gloria verlas salir por las escaleras hasta morir boca arriba y pataleando. Un verdadero espectáculo.
Pero como el tiempo transcurría y Ham no cobraba el precio pactado por su trabajo, en revancha prendió fuego al edificio. La gente, a duras penas, y con lo puesto, no tuvo tempo de salvar nada, sólo sus vidas.
Desde la acera de enfrente vieron cómo el edificio ardía desde los cimientos hasta la azotea, al tiempo que miles de cucarachas huían aterrorizadas por las aceras.
Ham el Limp, hacía sonar su flauta mientras los niños volvían sus cabezas…
Me da miedo la última frase, con el flautista de HamelLimp poniendo su interés en los niños, esa clase de bichos gordos que también están por las casas. Nos imaginamos cómo van a acabar.
Suerte y saludos.
Inquietante historia, que se lee agradablemente.
Suerte
Gracias, Rafa y Anna, por vuestros comentarios, sobre todo por haber entendido lo de los niños.
Carmen, como el otro cuento. Hay que pagar, hacienda somos todos.
Un beso
Gracias, Epi.