AGO51. RENACIMIENTO, de Begoña Heredia Ortiz
Se sentía cansado, sin vida. Forzó el paso del caballo y recorrió por unas horas más el camino, hasta que a lo lejos vio aparecer la franja fronteriza entre el cielo y el mar. Recortó con sus ojos la silueta del acantilado desde donde divisó la aldea; ya no era la misma, no la que había abandonado años atrás. Ni su hijo, ni su esposa, ni padres, ni hermanos esperaban su regreso. Sus cuerpos yacían solitarios en algún lugar esperando sepultura. Su pasado moría enterrado entre las ruinas de un pueblo fantasma, quebrado por la mano ensangrentada de soldados que como él luchaban sin comprender la razón. Dos años de guerra en el nombre de algún dios, en el nombre de la justicia ensalzada por un rey ambicioso, le habían arrebatado todo cuanto poseía. El cielo se pintó de luto. Vio en los ojos vidriosos de sus compañeros el reflejo del mar, que lloraba con ellos. La rabia inundó sus entrañas y sintió la punzada del odio. Avanzando hacia la orilla, gritó hasta que el azul profundo de las aguas reconfortó su alma. Y allí mismo, frente al inmenso mar, juró que volvería a levantar su pueblo.
Triste pero con esperanza. Relato bien escrito, me ha gustado.
Un saludo, Blanca
Begoña, tu relato refleja muy bién la drama de la guerra. La drama de las víctimas inocentes y de los soldados que luchan para cumplir las ambiciones de algún soberano. Aunque creo que tu relato contiene alusiones a cierta guerra, lo que escribiste tiene carácter universal. ¡Felicidades!
Begoña, he visualizado perfectamente en mi mente la escena del soldado llegando al pueblo desolado. Lo has descrito muy bien con unas pocas palabras, enhorabuena. No sabía que se te diera tan bien este genero porque tu relato parece sacado de una novela.
Un saludo
Begoña, me quedo con las ganas de empezar de nuevo.
Hoy 15 de agosto, felicidades con quién bien te quiera.
Un beso de otro.
Gracias a todos por los comentarios, un poco tarde os envio los agradecimientos aunque nunca es tarde si la dicha llega, pero debeis perdonar mi poco tiempo para andar por estos lares.
Un fuerte abrazo