AGO57. FASCINACIÓN, de Virginia González Dorta
En el colegio lo apodaron “el Bichos” porque cada día traía alguno a clase, como aquella vez que nos mostró una sutil telaraña colgando de las gafas o cuando paseó un escorpión sobre los hombros. Otro día nos enseñó como en su estuche, en vez de lápices, afiladores y gomas, vivían unas enormes hormigas rojas a las que daba migas del desayuno.
Las orugas de los jardines no tenían secretos para él, los grillos frotaban los élitros para saludarlo y hasta las ambarinas cucarachas lucían tiernas en sus manos.
Como era de esperar, se hizo un entomólogo famoso, recorrió selvas y estepas, montañas, sabanas y bosques. Fue a morir cruzando una calle, deslumbrado por unas luciérnagas inmensas, que no supo identificar bien y que no figuraban en sus numerosos tratados sobre insectos.
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¡ A que iba a ser un «escarabajo» ! Un final muy ocurrente, inesperado tras esa biografía tan precisa y documentada del protagonista. Me ha gustado por lo tierno del trato a sus animales. Suerte y abrazo.
Me salió de un tirón, Antonia, este personaje amante de los bichos, hasta el punto de que fueron su perdición.
Besos y gracias
Lo de ser entomólogo lo tenía claro desde que era niño, pero tu protagonista debería haber cuidado un poco más su obsesión por su trabajo o afición, como mucha gente no sabe hacer. Lo del «escarabajo» de Antonia está muy bien traído.
Un abrazo y mucha suerte.
Era un escarabajo humanizado, Rafa, sí.
Así no supo discernir el peligro.
Un abrazo
Muy buena biografía y mal final para el pobre entomólogo. Felicidades
Gracias, Gloria.
Nunca sabremos el final, no.
Besitos y gracias.
Un entomologo que no contó con esos bichos que invaden la ciudad. Bien relatado.
Suerte.
No figuraba esa especie en ninguno de sus estudios, lástima.
Anna, te abrazo fuerte.
Mucha ternura hay dentro de este micro, Virgi, señal de que te gustan los insectos. O le gustan al niño que fue entomólogo y no supo moverse en la jungla ciudadana. Una pena, y es que cada uno tiene su hábitat natural (yo, urbanita absoluta y detesto a los insectos; todo lo contrario de tu protagonista, vamos).
Me ha gustado mucho, a pesar del atropello al pobre, ay.
Un beso y mucha suerte.
Mi querida Isabel, te agradezco tus buenos deseos, pero aquí hay plumas fabulosas, una delicia leerlas.
A mí me gustan algunos insectos, otros no los soporto, ni me atrevo a escribirlos…
Besos para ti. Muchos.
Debe ser que se le había cumplido su tiempo, apreciada Ana. O quizás el brillo cegador de las luciérnagas no le dejó ver pensar nada más.
Gracias por tu apoyo, muchos besos.
¿No sería un ciervo volador?
🙂 🙂 🙂
Me ha encantado el relato. No se si has entendido bien lo del escarabajo, y perdona si me equivoco. El escarabajo es el apodo de un coche concreto alemán, por eso nos parece un gran comentario de Antonia.
Mil gracias por tu aportación, Javier, por un momento se me vino la imagen del wolkswagen (un familiar tenía uno hasta hace bien poco) pero luego la deseché por una metáfora más animal.
Un abrazo y estás más que perdonado…como que te abrazo!!!
Pobre, después de especializarse de esa forma tan profesional.
Suerte Virgi.
Besicos muchos.
Es que el destino nos espera a la vuelta de la esquina. Muchos besos, Nani.
Inesperado final para un amante de los élitros, qué pena su despiste, no me extraña que haya salido también volando.
Besote, Virgi
Los detalles no los sé bien, pero quizá salió volando, sí. O se lo llevó el escarabajo de Antonia (buen golpe el suyo que aclaré gracias a Javier), je je.
María, besos besos
Bien logrado ese contraste entre las dos partes del micro, con un final muy infeliz y visual. Me dejas a disgusto. Muy buen relato.
Un abrazo.
Un disgusto que se convierte en un gustazo para mí por tu visita. Gracias, Susana y otro abrazo para ti.
No hay nada peor Virgi, que no ver nada más que lo que te gusta, así pasa lo que pasa.
Buen micro.
Un beso
Me gustó la evolución de «El Bichos», sin embargo fue una pena que tuviera ese final no esperado ni por él mismo. Esas luciérnagas no le dieron la mejor compañía aunque fue demasiado tarde su aprendizaje… Me gustó el empeño del personaje. Un abrazo, Virgi.