AGO65. HERENCIA CARNÍVORA, de Juan H. García-Zeballos
Todo había cambiado, ya nada era igual y cualquier recuerdo del pasado resultaba imposible. ¿Qué había sucedido? Las nuevas generaciones no tenían ni idea y de haberla tenido, en absoluto les hubiera servido, puesto que no podían entenderlo.
Para quienes observaban desde el espacio, la historia del tercer planeta, (ese que gira alrededor de una bola incandescente) sólo seguía su curso: los habitantes de aquel sitio habían evitado la catástrofe nuclear, pero poco después, terminaron de destruir su ambiente debido a la contaminación y al descuido de la naturaleza. Pronto el agua y la comida se acabaron, la tierra no fue cultivable y no tuvieron otra alternativa más que comerse entre sí para sobrevivir… hasta que el penúltimo fue devorado por el último y éste murió.
No obstante, la vida continuó, ahora con los insectos, quienes dominaban el lugar; pero lo hacían de una manera especial, rara, diferente de las hasta ese momento conocidas.
Trataban de imponerse, se lastimaban, se agredían y se mataban. Arrasaban con todo a su paso e incluso, alguien vio como se alimentaban unos de otros.
Descripción de un ambiente con futuro sombrío en el que, al final, todos somos devorados. Me ha gustado, ¡suerte!
Saludos.
¡Esperemos que no sea así! Ojalá convivamos sin devorarnos. ¡Suerte y gracias por el comentario! Juan H.
Vaya con los insectos, donde habrán aprendido.
Enhorabuena y abrazos
Por eso es muy importante educar con el ejemplo en cualquier ámbito de la vida… ¡Gracias por el comentario! Juan H.
Ana: Gracias por tus comentarios siempre tan elogiosos. No sé si comer carne nos vuelve agresivos o no, pero en el caso de mi relato hay algo más, una herencia genética, como bien decís, que se ha transmitido no sólo de generación en generación, sino también de especie a especie… veremos qué pasa. ¡Suerte y un beso! Juan H.
¡Vaya con tu ¿ficción?, Juan! Y es que no aprendemos. En un catálogo de una espeluznante muestra de instrumentos de tortura que vi en el propio Hospital de la Inquisisción de Toledo se explicaba que parecía que estábamos diseñados para torturarnos unos a otros sin fin, y que si solo quedasen dos humanos sobre la Tierra, seguro que uno torturaría al otro. Casi como en tu realto. como dices, habrá que ver qué pasa.
Saludos y mucha suerte a fin de mes.
¡Mil gracias Rafa! Desconocía la existencia de ese lugar que mencionas en Toledo, pero debe ser escalofriante; tanto como la miseria humana, sentimiento que hay que evitar que salga a la luz.
Gracias por tu comentario y tus buenos deseos para fin de mes que desde ya, hago recíprocos.
Saludos. Juan H.
Sí Ana, el tema de los tabúes es todo un tema y todos llevamos un ser despreciable dentro, lo importante es que no aflore, aunque lo llevemos en nosotros.
La guerra, como bien decís, es un ejemplo de ello, aunque en la guerra también hay códigos, hay leyes, que de no cumplirse hacen incurrir a su autor en crímenes de guerra. No lo sé… tal vez sea el institnto de supervivencia que nos impulse a ser agresivos o tal vez otra cosa, no lo sé… quizás ese impulso violento era ejercido por el hombre de las cavernas para protegerse, hoy la sociedad y los valores han cambiado totalmente, pero esa huella genética, tal vez siga intacta. ¡Suerte! Juan H.
¿qué hacen los humanos?. Un día vendrá de seguir así que el planeta Tierra desaparecerá si no se cuida. Bien relatado.
Suerte
Gracias Anna por el comentario. Efectivamente, en la vida no hay ni premios ni castigos, hay consecuencias, ¿qué pasará en el Planeta Tierra? Lo que la especie humana decida. ¡Suerte! Juan H.
Gracias Ana por tu comentario y ¡qué bueno que te hayas reído con lo que escribí! ¡Arriba ese ánimo! que todos podemos ser buenos o malos, todo depende de lo que querramos, que obviamente debe ser, ser bueno.
Muy ciertas tus palabras con respecto a la guerra y a la tortura; cuando uno hace algo malo también se autoperjudica, pero eso es algo que cuesta mucho entender y sobre todo aplicar. ¡Mucha suerte y que vos también seas feliz! Juan H.