AGO66. PERFIDIA, de Antonio Diego Araujo Gutierrez
Le esperaba. Lleva todo el día rondándome con su timidez, aprovechando la más mínima ocasión para cruzarse conmigo, para tocarme. Finjo estar dormida mientras escucho como se desliza de forma sigilosa por la oscura habitación. Siento un sudor frío que refresca como un riachuelo cada una de mis vértebras.
Él también está nervioso, indeciso. Roza la tersura de mis muslos a través de la sábana, luego mi vientre. Pero no se decide. Noto que se distancia de mí por un breve instante que se me hace eterno.
Vuelve. Esta vez se acerca con todo su aplomo, seguro de sí mismo. Me acaricia el brazo. Se detiene. Yo ya no puedo contenerme más. Abro los ojos. Le miro fijamente. Me abalanzo con el brazo que me queda libre hacia él.
No puedo evitar esbozar una pérfida sonrisa de satisfacción al ver cómo ha caído rendido a mis encantos. Una mujer sabe muy bien cómo debe usar sus armas. Sobre todo el matamoscas.
Antonio Diego, has contado la situación con imagenes muy reales. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu comentario, Calamanda.
Un beso.
Creo que a tu protagonista también se le daría bien la caza mayor, con esa sangre fría demostrada.
Saludos y uerte a fin de mes.
simpático, realista y cercano…recordé la marcha y lahistoria de mi propio matamoscas =)
Estoy totalmente de acuerdo, Rafa… bicho grande o pequeño, seguro que puede con todo.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Muchas gracias Ana… esta mujer es la perfidia personificada.
Un beso.
Muchas gracias por tus impresiones Yumico… tu comentario me ha hecho recordar mis tiempos de mosquito 🙂
Un beso.
Con pincelada de humor final, y una sonrisa que me llevo después de leerte.
Suerte.
Me alegra mucho que el relato te haya arrancado esa sonrisa, Anna. Muchas gracias por tus impresiones.
Un beso.
a mi me gusto mucho este recrear de estos instantes de trémula turbación del enamoramiento… cada mirada, cada gesto, cada frase…
¡ah! ¿que no se trata de esto?… creía…
muy bien llevado… me encanto… también en el amor puede haber alguno con perfidia… pobres doncellas «rondadas» por un «moscón»…
Yo también pensé que se trataba de una bonita historia de amor…pobres moscones y pobres doncellas, caminando entre nubes cada uno hacia su fatal destino 🙂
Muchas gracias por tu agradable comentario, Christine.
Un beso
Divertido y pérfido.
Felicidades
Muchas gracias, María
Un beso.
Toño, a mi también me encantan los matamoscas y disfruto esperando a mi víctima. Lo has clavado, elegante, sensual, con suspense… para luego rematar el relato con un golpe final, ¡zas! He disfrutado y me he divertido. Enhorabuena.
cuidado con el matamoscas, Raquel …es altamente adictivo 🙂
Muchas gracias por tu comentario, me alegra que te hayas divertido y que hayas disfrutado leyéndolo.
Un beso.
Antonio, bien contado hasta el inesperado final. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda.
Un beso.