AGO73. Y TAMBIÉN EL COLOR, de A. Lorenzo Hernández
Nos hicimos amigos casi sin darnos cuenta, entre mañanas de playa y tardes de cerveza y de verbenas. Le conté mi afición por escribir historias y me prometió una. Me narró su niñez de tierra adentro; envidié que él jugara con trenes, mientras yo escribía poemas cursis a sirenas de largas cabelleras.
Aquella tarde nos decíamos adiós. No sé a cuento de qué le conté que mi madre cosía redes. El repondió que su madre nunca había visto el mar, que le llevaba una pequeña caracola para que lo escuchara. Su ingenuidad me conmovió y, fatídicamente, le apunté:
– Pero el mar es un todo, no basta con sus ruidos. Es movimientos, es ese azúl que no sabes si es verde, si es claro, si es oscuro.
– Azul marino, dijo, como si resumiera.
– Azul como los ojos de la chica del bar de al lado de las duchas- sentencié.
No entendí el balbuceo de su última frase hasta el día siguiente, al leer el periódico:
«Tienes razón, también le llevaré el color«.
Fuerte, fuerte ese color final. Muy, muy bueno, pero «fatidicamente» quizás anuncie demasiado, tan sólo eso. Suerte.
Ay, me ha dejado con mal sabor de boca esa última frase, porque creo que significa algo que no quiero imaginar.
Suerte. Un relato que insinúa tanto… Me dejaste perpleja.
primero pensé que el hijo iba a llevar una caracola a su madre enferma y que al leer el periódico el narrador se enteraba en la necrología de que la madre de su amigo había muerto…
pero luego,al leer los tres comentarios, me quedé atónita de lo que dejaba presagiar: ¡¡en efecto puede el narrador sentirse culpable si el hijo extirpo los ojos de la linda camarera!!
«Sentencié» está muy bien. Repito, magnífico final y muy buena historia. Gracias.
Ambigüedad cultivada, diálogo elíptico, todo concurra a la atmosfera de inquietud de tu relato. Me parece muy bueno. Suerte.
su madre estaba muerta…él no puede superar su falta…probablemente agravada por problemas de culpabilidad por asuntos no resueltos con ella mientras vivía…él decide suicidarse, ésa es la noticia que se lee en el periódico al día siguiente
se entiende, claro, que se suicidó ahogándose en el mar azul
probablemente lo que balbuceaba era algo así como anda mira éste fijándose en la chica del bar mientras yo me estoy debatiendo entre el suicidio por ahogamiento con salto de doble rizo o con el modelo piedra al cuello
Te has montado un relato que es otra historia. Me parece que la de A. Lorenzo es otra.
Saludos.
Estupendo. No esperaba yo tanto. Jajajaja!!!! Esto demuestra que los relatos son de quienes los leen más que de quienes los escriben.
Saludos
A. Lorenzo
¿La caracola se la da antes del suicidio o la manda por correo urgente? 🙂
No sería mala esa suposición tuya Ana. Me gustó, sobre todo que vea en colores.
Un besote.
Un relato que insinua al lector parte de la historia es un buen relato; un relato que obliga al lector a inventar la historia es un relato defectuoso; una cosa es hacer participar al lector y otra distinta cederle su trabajo.
Me declaro culpable de haber escrito un relato defectuoso, culpable de que los interesados hayan tenido que inventar sus propias historias con respecto a él.
Pido perdón a los afectados y prometo no volver a estos vicios.
Saludos cargados de arrepentimiento.
A. Lorenzo
En cambio, yo siento que mi opinión te resulte digna de tan poca seriedad. Mi promesa es no volver a comentar tus relatos. Disculpas. Un saludo.
Yo creo que la chica de los ojos azules no le dejaba ducharse, y de aquí todas sus desgracias.
Lo estamos pasando bomba con tu relato. AUPA.
Yo creo que si lo he captado: Asesina a la chica y le saca los ojos para llevarselos a su madre. De todas formas, he disfrutado con los relatos alternativos.
Enhorabuena, lo mejor el atroz desenlace.
Saludos
Aleluya! Aleluyaa.
A. Lorenzo, tal vez la frase debió ir antes, para que fuera más clara la historia, pero aún así, se entiende, aunque también puede suscitar dudas a algunos lectores.
A. Lorenzo, si querías levantar pasiones lo has conseguido, enhorabuena, pues en eso está el secreto. A mí me ha gustado aunque me ha recordado «el silencio de los corderos».
Un abrazo
Un relato que empiezas con una amistad veraniega y terminas de forma brutal en la página de sucesos, me ha gustado ese cambio abrupto. Es difícil en tan pocas líneas, pero has conseguido no romper el ritmo.
Un abrazo.
A mí me ha costado darme cuenta de cuál era el desenlace, y me ha recorrido un escalofrío al entenderlo. Me gusta que me hagan pensar y que me hagan sentir, tú has conseguido ambas cosas. Enhorabuena.