AGO80. ROMANCE IMPOSIBLE, de Belén Molina Moreno
Llegué a mi camarote cansado, muy cansado tras el largo viaje. Abrí la maleta, me instalé y nada más acomodarme la vi. Su cuerpo bien proporcionado, aerodinámico y cubierto de lo que parecía brillante lamé dorado no se movió, solo me miraba. Al intentar acercarme, huyó despavorida.
El barco zarpó y subí a cubierta pensativo, no sin admirar el maravilloso panorama marino. Al regresar a mi camarote la encontré esperándome en el mismo sitio, muy quieta y con su actitud huidiza.
Todos los días se repetía la misma escena, hasta la quinta jornada de travesía. Me acosté y sin mediar palabra, se echó encima de la cama. Al moverme salió tan despavorida como el primer día. La noche siguiente no la vi, pero al amanecer ahí estaba, hierática en mi cama. Mi movimiento causó su previsible huída.
Así pasé toda la travesía, una noche tras otra, un amanecer tras otro, sin lograr ni tocarla. Al llegar a puerto le dije, no sin cierta nostalgia, que ya me iba y me libraba de su ingrata compañía. Ella se limitó a mover sus antenas y salir corriendo a la velocidad que le daban sus seis patas.
Entretenido estuvo al menos con su presencia. Simpático relato.
Suerte
Al final la domesticó. Como el Principito al Zorro. Muy Simpático relato, Belén. Un abrazó.
Estos relatos de ida y vuelta me agradan mucho ,lo narras muy bien sin perder el hilo conductor: el encuentro final entre el bicho y la protagonista que nunca se da por completo. Felicidades Belén, ¡Saludos!
Muchísimas gracias por leer mi relato y por la dosis de ánimo que es tu comentario, Leonardo.
Un saludo,
Belén