AGO94. APOCALIPSIS, de Arantza Portabales Santomé
Amanecí con la noticia en el telediario de que hoy se acabaría el mundo. Así que, por si acaso, he pasado todo el día preparándome. Sólo por si acaso.
He puesto la lavadora. Indudablemente la colada ya no puede esperar a mañana. He pagado facturas. He llamado a la residencia. Me apetecía oír la voz de mamá por última vez. Finalmente, he avisado a mi jefe de que no iría a trabajar. Aprovechando, le he dicho todo lo que pensaba de él. Esto último, me ha sentado particularmente bien.
Mientras estaba sentada en el sofá, ha comenzado. Desde el ventanal del salón he visto oscurecerse el cielo. Una plaga de langostas lo ha cubierto todo. Avanzan lenta e inexorablemente, arrasando la ciudad a su paso.
Están a apenas doscientos metros.
Cierro los ojos.
Lo único que escucho es el frenético latir de mi corazón, acompañado del centrifugado de la lavadora.
¡jejejejej! Arantza ha quedado bien después de todo tu personaje. Las langostas pasarán de largo y la lavadora acabará de centrifugar, a ver como vuelves mañana al trabajo y de momento a tender la ropa.
Me he reído un montón.
Saludos y suerte.
Yo no pretendía provocar risa, jaja, pero si te ayudó a pasar un buen rato ya me conformo.
Gracias por comentar Anna.
Con puntillazo final, si señor, si es que los finales del mundo nunca llegan.
Me ha gustado mucho.
Suerte.
Y quién te ha dicho que no llega????
Bicooooooo
Muy buena la lista que nos has dado por si llegara el caso. Lo único que no haría sería pagar las facturas, no sea que fallen las previsiones. El sonido del centrifugado lo creo muy apropiado para un fin del mundo.
Suerte y a disfrutar del verano.
Es que mi mamá me enseñó a pagarlo todo. Y aunque no lo parezca, te soy muy educadita.
Me gusta mucho esa manera sencilla de narrar el fin del mundo sin apenas darle importancia, buscando las pedestres tareas pendientes, sobre todo las últimas palabras al jefe. ja,ja.
Si llego a tener cien palabras más hubiera podado los bonsais, matado al presidente de la comunidad, ordenado el disco duro y llamado a una operadora reconoce para cantarle la Para Elisa en venganza.
Gracias Paloma
Operadora Telefónica. Maldito corrector.
Muy buen relato. Coincido con otros comentarios en que me han gustado las últimas palabras al jefe.
Suerte y enhorabuena.
Gracias Mariano. Lo de los jefes es una fantasía universal. Aprovecho para decirle a mi jefa, si lee esto, que sólo es literatura, jajajaja
Genial, aunque lo de la lavadora dice mucho de las prioridades que nos buscamos, o nos inculcan. Ya me dirás para que sirve la ropa limpia, si se está acabando el mundo. Ay, pero que ordenaditas y bien educadas estamos!!!
Felicidades, me he divertido un montón.
Besos
Otra cosa que haríamos es llevar ropa interior nueva por si acaso. Jaja, las mamás, siempre con sus consejos. Gracias Asun
Pero que limpita y organizada eres.La próxima vez que se acabe el mundo te aviso.Muy buena atmósfera cuando empieza la catástrofe, y sobre todo un final muy conseguido y original y dándole el protagonismo a esa colada, como buena cuentista, mezclándola con ese trepidar del corazón. Tan sólo con eso ya habría una muy buena historia. Felicidades, suerte y abrazo.
Gracias Antonia por tu comentario que me ha emocionado. No sabes lo feliz que me has hecho.
Gracias
Me gusta cómo has narrado ese Apocalipsis que se puede ver por televisión, como muchos prefieren ver la vida, antes de vivirla por sí mismos, y también está muy lograda esa vuelta de tuerca a lo que supuestamente haríamos el Día del Fin del Mundo.
Suerte y saludos, Arantza.
Si me pongo a pensarlo fríamente no sé que haría en una situación así. Pero este personaje es bastante triste y solitario. Si lo único que ser te ocurre es hacer la colada mal asunto …..
Gracias Rafa por leer y comentar
Gracias por la profundización en el personaje. Eres la psicoanalista de entc.
Si que es un personaje triste y desafectado. Afronta su fin acudiendo a un último resquicio de normalidad.
El latido del corazón y el zumbido de las langostas eran un solo sonido: el centrifugar de la Balay. Eso y el fin del mundo son lo mismo.
Qué buena eres, editora mía.
Un biquinho desde Oporto
Juan M
Tú sí que eres bueno Juanillo Jaramillo.
Un bico desde Esteiro (Muros)
Arantza, la realidad y la imaginación nos llevan a situaciones dramaticas, cómicas… en fin, nos hacen vivir; incluso aventuras. Surte y saludos
Gracias Cala, y suerte en los abogados!!!!
Anrantza, yo también tengo por ahí una preparación para el final del mundo. Ahora, ese latido junto al centrifugado, tan desolador, no tiene desperdicio. Felicidades.
Abrazos y más
Espero ansiosa el Apocalipsis Miguelangeliano. Mi corazón late al ritmo de los electrodomésticos de sólo pensarlo.
Un besooooooooo
No Arantza, si ya lo publiqué en su momento, fue para una iniciativa de Marina de la Fuente sobre el fin del mundo. Está aquí:
http://eternidadesypegos.blogspot.com.es/2012/12/el-fin-del-mundo.html
Te invito a que lo mires.
Otro beso
Muy bueno Arantza, las rutinas frente a lo extraordinario. Casi me alegro de que realmente llegase el apocalipsis, cualquiera va a la oficina al día siguiente si es una falsa alarma. Tiene ese toque dramático-irónico de las pelis antiguas, me gusta!!
Muy bien definido. Pero al final las rutinas nos hacen afrontar los momentos difíciles. Cuando mi hija tenía tres años estuvo en la uci con neumonía. El único momento del día que alcanzaba la tranquilidad era por la noche, en el cuarto de la lavadora, doblando ropa y cargando la lavadora. Me imagino que es un mecanismo de defensa para recuperar normalIdad. Si lo pienso fríamente, quiza este relato nació ahí.
Gracias por comentar.
Final apoteósico, porque es muy difícil conseguir una frase tan sencilla con una potencia bien «centrifugada». Me gusta tu propuesta, Arantza.
Un besoooo.
Gracias Petra/Amparo. Mejorate de tu convalecencia.
Qué grandísima ocurrencia aprovechar el final del mundo para poner la lavadora y pagar facturas, Arantza, y además algo tan inaudito me ha resultado en tu micro totalmente creíble.
Un abrazo.
Gracias Susana. Parece que también eres del club de las adictas a la colada, jajaja
Me gusto. Un relato de fin del mundo con los sonidos de siempre; el corazón y la lavadora.
Felicidades.
Y a mi me gustó que te gustara!!!!
Como siempre a mucha altura y una narración de muchas revoluciones. Me encanta esa neutralidad de asumir lo que viene y prepararse ante la muerte de manera tan doméstica.
Un fan empedernido.
Abrazos
Dios! qué diferentes somos Arantza… yo me despediría en el trabajo y posiblemente no pagara mis facturas porque lo tengo todo domiciliado y el banco se encargaría de ello (buenos son ellos aunque estés muerto). Pero lo que no haría ¡es poner la lavadora!… ah! no! eso no, que si falla el apocalipsis luego hay que planchar, jaja…
Creo que escribiría una carta de despedida y la metería en mi cámara innífuga y a prueba de bombas. Cuestan una pasta pero puedes conseguir alguna en un bazar chino virtual. 🙂 En mi carta me despediría de tí, deseándote un buen centrifugado. Y bueno, bromas aparte ¡me gusta ese ruido mezclado con la plaga de langostas! es estremecedor así narrado y creo que es digno de un buen final.
Besos desde mis últimas horas….de relajación, quiero decir.