66. Agria espera (Calamanda Nevado)
La tarde de noviembre caminó hacia la tormenta y perdió el encanto de las nubes rosas; sobre las seis y poco pasaron por mi puerta unas viejas andando despacito y con cuidado; parecían tener el mismo miedo. -Que te caes dijo una-, después niñ@s con su breve correr riendo sudorosos; cargados de libros y molinillos amarillos de papel. Qué guapos estaban girándolos. Enseguida llovió blandamente. Una armó jaleo cuando su padre le explicó con exigencia paternal que estaba pálida y con fiebre y se marchaban a casa. Quería jugar con sus amig@s en la plazuela. Se enredan desbaratándoles el vuelo a las palomas con palmadas. Hoy el frío casi lo evita; se fueron al rato, aunque de repente la chiquilla salió disparada hacia una pared con un cisco en la mano gritando ¡Esperarrrr, Esperarrrr!, y se pintó con la imaginación de un pintor moderno. El dibujo parece de una loca. La cabeza tira para la torre y el cuerpo y las piernas van a otra parte. Su padre insistía en llamarla; no se amedrentó, clavaba sus ojazos en la acera húmeda y hacia que cojeaba.
Parece mentira, parece mentira, dejarla salir siendo médico. Cualquier día me la llevo para mí.
Lo menos que se puede decir es que te ha salido un relato muy sugerente. Y menudas imágenes nos muestras: esas viejas andando despacito, esos niños girando los molinillos, esas palomas espantadas… y prefiero ni pensar en quien está viendo esa escena mientras espera. Me ha gustado, Calamanda. Enhorabuena y suerte. Un beso.
Hola. A mí también me ha quedado ese poso angustioso, que se va intuyendo en la parte final y casi ya se hace realidad en la última frase. Una historia interesante.
Calamanda, nos vas sumergiendo en una escena cotidiana que se produce cualquier tarde de invierno en una calle tranquila, hasta que de repente descubrimos a ese depredador acechando a la niña a la espera del mínimo descuido de su padre para llevársela.
Saber que un monstruo así puede vivir entre nosotros, eso si que asusta.
Muy buen relato. Mucha suerte.
Besos.
La angustia me va calando según avanza el relato como lluvia de otoño. Y al final, llega el invierno y me quedo helada.
Cuànto de inocente o de malvado puede haber en una mirada… Y vos lo cuentas tan bien…
Me gustò, CALAMANDA.
Un beso desde Neuquèn, Argentina.
Una escena cotidiana en una calle, con el contraste entre señoras mayores y la juventud de unos niños/as, que termina a causa de la climatología, que todo lo condiciona. La última frase delata la presencia de un observador nada recomendable, que conoce al detalle a los integrantes de esa escena, un depredador en potencia en el que nadie repara, pues nunca sabemos a ciencia cierta si alguien está atento a nuestros pasos ni tampoco el motivo.
Unas frases muy bien hiladas y un final que cambia el escenario del gris al negro.
Un abrazo, Calamanda. Suerte
Jesús, J u a n, J. Ignacio, PILAR, Edita, Mariángeles y Ángel; gracias por leer el cuento. Ante la posibilidad angustiosa que cierra el relato, coincido con todos, no se puede evitar el rechazo y perder la calma; desgraciadamente esa gente existe. Abrazos.
Una estampa invernal para un final inquietante y muy asustador. Muy bien contado. Enhorabuena Calamanda.
Las descripciones de esa tarde de noviembre me han traído recuerdos de infancia, cuando los niños revoloteábamos jugando por las plazas. La frase final oscurece el ambiente aún más que la tormenta. Saludos y suerte.
Una tormenta en ciernes que puede teñir la vida de repente
Me gusta el ambiente que se respira en tu cuento.
Saludos Calamanda
Cecilia, Ana, Paloma, gracias por comentar. Tambien me gusta ese ambiente otono-invernal. Abrazos
Las historias son de quienes la leen y no de quien la escribe, así que a mí me parece que es una mujer la que mira la escena y que le gustaría llevarse a la niña pero porque no tiene hijos y envidia la maternidad. Me gustan mucho las imágenes invernales y esa niña pintándose a sí misma. un abrazo.
Hola, Calamanda. Estoy de acuerdo con la interpretación que ha hecho Mar de tu relato. De ahí, el título: Agria espera. Pienso que quien narra es una mujer a la que le es imposible concebir. Por eso le encanta ver a los niños que pasan por la calle corriendo, jugando…
Muy bonito, y maravillosamente escrito. Mezclas poesía y cotidianidad a la perfección.
Besitos, bonita.
Hasta una escena cotidiana compuesta por viejecitas que caminan, niños que corren y juegan puede verse truncada por la obsesión de alguien que espera conseguir por las malas lo que le hes negado.
Estupendo relato
Un beso. Virtudes.
Mar, María José, Virtudes, coincido con vosotras; vuestro punto de vista es la idea que mueve el relato, dura e inhumana; pero ese es. Gracias por comentar y abrazos
Solo al final de este relato que cuenta escenas cotidianas descubrimos al narrador, que observa al acecho, como un depredador.
Me ha gustado mucho ese giro final que contrasta con la aparente tranquilidad anterior.
Felicidades, Calamanda. Un beso.
Estupendo relato, Calamanda. Esa frustrada maternidad la hace mirar a todos los pequeños casi ejerciendo el papel de madre que nunca consiguió.
Mucha suerte, me encanta. Un beso.
La poesía de lo cotidiano, y lo que se esconde en la cotidianidad. Eso me sugiere. Muy bien escrito, felicidades y suerte.
Nos vas adentrando en el relato sin sobresaltos, dejándonos saborear un buen puñado de evocadoras descripciones. Pero esa amenazante última frase «Cualquier día me la llevo para mí» lo cambia todo, trocando serenidad por inquietud. Me ha gustado mucho, Calamanda. Suerte y besos.
Carmen, Yoya, Mónica, Juana, sí, ese final lo cambia todo; como ocurre en la vida con los acontecimientos. Gracias por acompañarme con vuestras amables palabras. Abrazos
¡Este final, ese final… ! Las historias con ese tipo de giros puede-que-macabros son mi debilidad.
Gracias por compartirlo, ¡y suerte!
Un relato construido con imágenes. Y la última de ellas nos hiela la sangre.
Suerte y abrazos
Alicia, Anna, gracias por comentar. Abrazos
Me estoy haciendo mayor. Me costaba entender el escrito hasta que empecé a darme cuenta que eran imágenes (Al principio pensé que el protagonista/narrrador caminaba hacia la tormenta una tarde de noviembre, jeje). No acababa de entender el final, pero gracias a la maravilla de ENTC que nos permite comentar y leer los comentarios, se me hizo la luz. Ahora sí, felicidades.
Original e inquietante relato, Calamanda. Abrazos y suerte.
Javier, Salvador, gracias por comentar. Suerte y saludos
Un relato muy sugerente y con un final más que inquietante. Invita a ser releído para sacarle todo lo que tiene. Enhorabuena y suerte
El relato de una mente enferma, que solo devela sus intenciones con esa frase final.
Muy logrado Calamanda.
Un abrazo y suerte.