102. AGUA
Sobre un fondo azul que se une con el verde mar del horizonte, se ve perfilado el paisaje de edificios, rocas, y aves que salpican de azabache el tierno color. El viento sopla sobre mi rostro y por instinto observo el cielo. Por el este se acercan a la carrera pequeñas nubes de color gris que van tragando el azul y cuando ya las tengo a mi altura, a modo de una pirotecnia sobrenatural, explotan desprendiendo estrellas grises y azulinas que se evaporan hasta la siguiente tanda. Inmóvil no dejo de observar el espectáculo, las nubes siguen corriendo a toda velocidad, pero la que ahora se aproxima es como una enorme capa del color de miles de topos juntos. Se desliza de manera lenta y soberbia hasta sombrear la luz, y las aves acaban mimetizándose en el apagado color. El mar ya es plomo y las olas baten nata. Sé que este manto descargará lluvia, y no me muevo. Sé que no estoy guarnecida para el aguacero, pero necesito que me empape, me sacuda, para que resucitar a mi espíritu sin energía. El agua borrará el paisaje, el horizonte, las aves, y así tendré la oportunidad de rehacerlo de nuevo.
Hola, Maite. Tu texto me parece una maravilla, como si fuera una especie de caleidoscopio de sensaciones e imágenes, además de de colores. Y esa agua, puede que «amenazante», que lo mismo que da la vida, en demasiadas ocasiones, la anula. Y, al final, esa oportunidad para volver a intentarlo envuelta en esperanza. Suerte y feliz año. Bicos.
Gracias, Jesús, y feliz año también. Estas fiestas me han tenido demasiado ocupada y para colmo un poco despistada y no he visto tu comentario hasta ahora, me alegra mucho que te guste. Un beso.