105. Agua, piel y sal.
Hazme el amor. Si tienes aletas: nádame. Si tienes manos, rema. Si eres osado: bucéame. Elige el momento y lugar pero disfruta conmigo. De mí. Deslízate por mi espalda espumosa, explora lentamente mis playas. Admira mis texturas, colores y olores infinitos. Mécete sobre mí y siente el movimiento amable de mis mareas, que te reciben en calma. Agitaré mis olas para provocarte vértigo y risas. Déjate llevar. Confía en mí. Siénteme desafiante, embravecido, finalmente rendido. Cubro tu cuerpo de espuma, juguetona, corres hacia la arena. Te sigo un rato pero no puedo ir más allá. Te giras, me sonríes pícaramente y cubres tu cuerpo con una toalla. Vuelve cuando quieras. Aquí seguiré tendido a tus pies. Esperándote. Trae a tus hijos y nietos. Pero por favor, suplícales que no me dañen. No me manchen. No me maltraten. Necesito permanecer intacto para que me disfruten muchas generaciones. Explícales que si me respetan les compensaré. Deleitaré su paladar con frutos exquisitos. Vestiré preciosas puestas de sol para sus ojos. Cantarán mis sirenas para sus oídos. Que vengan desnudos, sin aceites, ropas, perfumes ni joyas… que no ambiciono nada, solo quiero piel y caricias. A cambio ofrezco agua, sal y océanos de placer.
Pura poesía amiga, qué ilusión que te hayas animado!
Suerte y un abrazo gordo.
Tu relato rezuma una sensualidad muy exquisita, que hace de su lectura un placer.
Te felicito por haberlo logrado, Angeles
Hola Ángeles.
Preciosa declaración de intenciones la que nos ofreces. Un océano dadivoso y parlanchín que nos recuerda todo lo bueno que podemos obtener de sus aguas.
Hermoso y reivindicativo. Mucha suerte,
Ton.
Me gusta este relato tan oportuno, para recordar lo mucho que nos puede ofrecer el mar. Así que a mimarlo, que se lo merece.
Mucha suerte y abrazos marinos.
Gracias por vuestros comentarios! Es el primer relato que envío y me anima. Voy a leer los demás. Suerte a tod@s.
Un saludo.
gelines.
Hola, ÁNGELES. Aprovecho esta ventana que encontré en tu cuento «Agua, piel y sal» (que me parece muy bello y no te había comentado) para comentar tu otro mini, «Mi pueblo eres tú», porque no encontré en esa entrada, la 55, el cuadro de diálogo para escribir mi comentario.
«Mi pueblo eres tú» no sólo es una bellísima carta de amor, sino que tiene una gran virtud: se resignifica y transforma con la última palabra, que es la firma. No es fácil hacer eso de ir contando dos historias: la que el lector cree que lee y la que, finalmente, termina descubriendo al terminar de leer.
Mis más sinceras felicitaciones.
Cariños,
Mariángeles