73. AIDÓS
Nació Hija de la Noche proponiéndose complicar la existencia en la minúscula Gaia. Para ello engendró a Ponos (trabajo), Lete (olvido), Limos (hambre), Algos (dolor), Hisminas (disputas), los Macas, Fonos (matanzas), Androctasias (masacres), Neikea (odios), Pseudologos (mentiras), Anfilogias (ambigüedades), Disnomia (desorden) y Ate (insensatez).
Eris los desplegó a todos, encargando a uno de los gemelos Macas, Kidoimos, Dios de la confusión, sembrar el absoluto desorden.
Acertó plenamente. El joven planeta se sumió en el caos obedeciendo al impulso de la debilidad humana por el poder y el odio.
Aunque Prometeo andaba peleando con Zeus por ciertas minucias, se apiadó de ese ínfimo rincón de uno de sus muchos universos, enviando a su hija Aidós, Diosa de la vergüenza, modestia, respeto, humildad, dignidad, a restablecer la sensatez.
Pero Kidoimos y la jauría de hermanos habían cumplido perfectamente su cometido habiendo convertido la convivencia en un cadáver insalvable.
Las últimas en abandonar la Tierra fueron Aidós y su amiga Némesis, acosadas, perseguidas y amenazadas por la prole de Eris.
Prometeo, harto de la miserable humanidad, apuntó con su dedo al azul planeta haciéndolo desaparecer.
Por supuesto, Kidoimos ha conseguido escapar buscando ahora otro indefenso lugar donde sembrar su infalible confusión.
Ese dios de la confusión supo hacer su trabajo. Fue tal su eficiencia que una diosa con valores como la modestia, el respeto, la humildad y la dignidad, poco pudo hacer ante tan terrible influencia. Unos y otros cumplieron su papel. Fue la Hija de la Noche quien lo complicó todo. La historia volverá a repetirse en otros lugares, hasta que surjan seres que, infectados de tantos males, sepan sobreponerse a ellos, siendo así más poderosos que los dioses caprichosos que los engendraron.
La mitología está llena de buenas historias. Tomarla como materia prima es buena idea y puede dar lugar a buenos relatos.
Un saludo y suerte, Pablo