100. Al borde del precipicio ( una historia real)
Prometía ser un día de atardeceres rosas en el «finisterrae», pero se convirtió en un episodio surrealista como «Mujeres al borde de un ataque de nervios».
Quería mostrarles a mi hermana Pili y a sus amigas la mejor vista de Finisterre, desde el «Monte do Facho».
Pero nos equivocamos, emprendimos una ruta que sólo podrían culminar tractores y 4×4 y llegamos a un camino cortado, donde era imposible girar.
Con años de carnet y escasa práctica, mi hermana erró la maniobra. El coche quedó encajonado en un precipicio de 240 metros, un monte en pendiente y un metro para maniobrar, lleno de maleza inestable.
Pili, con las chanclas rotas, hacía giros imposibles; nosotras asíamos el auto por las puertas y lo empujábamos por el morro mientras le pedía «bájate, que un coche se puede comprar, pero una hermana no». Cristina, corría monte abajo, mientras gritaba: «un hombre, voy a buscar a un hombre» y Mar, repetía: «¿cómo nos hemos metido aquí?
Logramos girarlo pero una pendiente increíble, llena de piedras y baches, lo
hizo derrapar, aunque una camionera que contemplaba el ocaso, logró darle la vuelta.
Cuando finalmente llegamos al faro, entre risas nerviosas, solo acertamos
a decir: «Hemos sobrevivido».
Los coches, esa maravilla de la ingenio humano que tantas vivencias y libertad proporcionan, pero también peligros ciertos de los que no siempre somos conscientes. Lo dicen las estadísticas: cada vez que montamos no es tanto como el juego de la ruleta rusa, pero casi, en cualquier momento podemos estar en la frontera entre la vida y la muerte, como les sucedió a tus personajes, con el añadido, no menor, de tratarse de una historia real. El prometedor rosa inicial pudo haber terminado en un fundido en negro, pero por suerte, tuvo un final feliz. Una tragedia casi cantada solo quedó en susto, que el tiempo, que todo lo suaviza, convirtió en anécdota y tú en este relato que has compartido, cuya lectura puede suponer un toque de atención, aviso para navegantes, como los anuncios de la Dirección General de Tráfico, a pesar de los cuáles nunca escarmentaremos.
Un abrazo, Gloria. Suerte
Sí, tienes toda la razón, Ángel. Fue toda una aventura, que pudo acabar en tragedia, pero la fortuna nos sonrió.
Gracias a la ayuda de esa chica camionera logramos salir del peligro sanas y salvas.
Eso sí, las amigas de mi hermana aseguran que nunca se olvidarán de su viaje a Finisterre.
Y yo, que apenas quería a mi pequeño Kia Río, ahora le he cogido mucho cariño, pues respondió muy bien, a pesar de haberlo puesto en peligro.
Gracias por tus comentarios, querido compañero de letras.
Gloria, si leemos la historia imaginando un cortometraje, o una escena de la película que comentas, nos aparece una sonrisa en la cara. Pero si pensamos que se trata de un hecho real, nos pone los pelos de punta!
Me alegro de que la aventura acabara bien.
Un beso!
Carme.
Sí porque finalmente salimos con bien de esa situación, pero la experiencia fue tremenda. La había narrado paso por paso pero tuve que podarla porque me pasaba de palabras. Es una aventura que jamás olvidaré. Gracias por comentar, Carme. Yn besazo enorme.
Menuda historia, qué miedo, sé o que es ese lugar. Un bico.
Gracias, Maite. Por lo que veo has estado allí. Pues imagínate con un coche recién comprado.