131. Al otro lado de todo
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todoPedro Salinas
En los estertores del universo la gente deambulaba por las calles. No había destino cierto ni espacio físico en el que sobrevivir.
El cielo estaba rojo, escocía de calor, pero mamá me obligó a abrigarme porque, allá donde íbamos, podía hacerme falta. Como lloraba, le hice caso. Papá condujo hasta las afueras y entramos en un recinto vallado guardado por soldados. En la explanada vimos un cohete pequeñito, de colores, y muchos niños alrededor. Solo niños. Ahí me entró la pena, cuando supe que ni papá ni mamá iban a viajar conmigo al interior de la ficción.
Solo el futuro debían salvar, la esperanza de una nueva humanidad.
Muy bello y romántico.
Un abrazo y mucha suerte.
Me parece una buena metáfora la de la ficción como único refugio cuando todo lo demás se desmorona, y la idea de que para la inmersión total en ella hay que tener la mente tan libre de prejuicios como la de los niños. Al menos eso es lo que me ha sugerido tu relato. Solo me desconcierta un poco lo de los soldados. Saludos y suerte.
Me gusta mucho el trato que le has dado a la ciencia ficción. Es un género que me gusta especialmente, y en tu metáfora lo haces brillar. La historia que dibujas es encantadora. Mucha suerte 🙂
Esa maravillosa mente infantil, que puede viajar hacia cualquier lugar, hacia cualquier mundo. Me ha gustado mucho, Rubén. Un saludo
Muy agradecido, lectores, por vuestro tiempo y palabras. Los niños seguimos al otro lado de todo…
Hola, Rubén, ¿queda alguna plaza en ese cohete?
Si es así, ¡apúntame!