108. Al rojo vivo (Juana Mª Igarreta)
Lucas espera a que los niños estén dormidos para estallar. Últimamente los vestidos de Julia se le antojan demasiado cortos y las cenas que comparte con sus compañeros de trabajo excesivamente largas. Los gritos se clavan en los oídos de ella como alfileres en un acerico.
Julia le reprocha falta de confianza, pero piensa que sus celos, en el fondo, son una prueba de amor. Por eso perdona las palabras ofensivas que Lucas le dirige cuando pierde el control.
Al día siguiente, en la oficina, ella trata de dilucidar porqué su relación con Lucas, modélica a los ojos ajenos, se ha tornado quebradiza como una hoja en otoño. Por un momento clava los ojos en el rojo rubí que luce en su dedo corazón, y juraría que ha perdido repentinamente su fulgor primigenio.
“¿Qué harías tú sola con los niños? ¿Qué pensarían ellos de su padre?”, se pregunta una y otra vez.
Es viernes y un ramo de fragantes rosas rojas le espera en la mesita del vestíbulo. Y decide darle una nueva oportunidad.
No pasa mucho tiempo hasta que Julia recibe un último obsequio de Lucas: una gran caja de bombones. Es roja, a juego con su mejilla.
Impresiona la historia que se intuye en tu relato y, además, entristece saber que se repite tantas veces. Esas dudas que algunas personas tienen ante lo desconocido aunque sepan claramente que lo conocido no parece tener solución. ¿Qué van a pensar de nosotros? ¿quién me va a querer ahora? ¿qué será de mí y de mis hijos? ¿será mía la culpa? y tantas otras preguntas que lo único que consiguen es que sigamos sufriendo. Me ha gustado, Juana. Suerte y saludos.
Todas las relaciones, hasta las modélicas, tienen sus altibajos, pero una cosa es eso y otra es mantenerse de forma permanente en el filo de una cuchilla o, lo que es lo mismo, al rojo vivo. Hay que tener algo de heroína para ello, pues no debe de ser fácil de sobrellevar, pero se trata de una épica mal entendida. Lo correcto sería romper con esa convivencia tóxica de una vez por todas, dejando a un lado los supuestos contras que frenan una decisión necesaria.
Una actitud psicológica más presente de lo que podemos imaginar. Luego, cuando suceden las desgracias, nos preguntamos cómo fue posible, cuando, desde fuera todo parecía discurrir bien.
Un abrazo grande y suerte, Juana
La kriptonita de los celos y la desconfianza debilitan el poder del amor, pero cuando la violencia aparece hay que revestirse de heroína y afrontar con decisión la vida. Muy buen y reflexivo relato, Juana. Abrazos y suerte.